viernes, 28 de septiembre de 2012

La ciudad de los ángeles, de José Cañuelo Calero

El día 25 de este mes de septiembre se presentó en la sala Orive de Córdoba el libro de poemas La ciudad de los ángeles, de José Cañuelo Calero. Se trata de su segundo libro publicado por la editorial depapel ediciones. El poemario, que fue presentado dentro del marco de Cosmopoética, fue presentado por Juan Pérez Cubillo, que hizo una acertada semblanza de la poética de José Cañuelo. En la mesa también estaba Manuel Patiño, un editor que está apostando por poetas cordobeses vivos y dando oportunidad a una generación de poetas que no tuvieron tantas oportunidades de publicar en otros tiempos más difíciles.
La ciudad de los ángeles está dividido en tres partes: (errancia), (advocación) y (epifanía). El propio autor dice en la introducción del poemario: "Leyendo el capítulo 18 de Ulises, de James Joyce a través de la simple materialidad de las palabras, del encrespamiento del fraseo sin puntuación y del devenir de continuos motivos e inesperados sentidos me sumergí en una impresión estética que identifiqué con el sentimiento oceánico de que habló Sigmund Freud: esa exaltación de acabar de nacer y estar unidos al universo". Más adelante vuelve a justificar lo anteriormente dicho: "Esta impresión estética me llevó a concebir la escritura de un conjunto de poemas entendidos como párrafos y no como versos, acotaciones que contuviesen el fluir de la escritura, de los sentimientos y del pensamiento, un movimiento figurado del agua del océano". En el siguiente párrafo, Cañuelo recurre al gran poeta del imperio austrohúngaro para explicar sus poemas: "Rainer María Rilke postuló en Elegías de Duino el pensamiento de los ángeles como metacogniciones humanas. Lo cual me llevó a la idea de una advocación dirigida más que a lo que el sujeto pudiera decir con las palabras a lo que las palabras sugeridas casi automáticamente pudieran decir al sujeto. Quise acercar el angelismo, tan presente en la escultura y la poesía cordobesa, a la vida corriente con ciertas dosis de desenfado pero conservando su misterio".
Hay que resaltar de este libro no solo la belleza de los poemas que lo componen sino además las hermosas ilustraciones que acompañan a los textos de la artista Gloria Ortega Jurado, y en donde además podemos leer un poema de principio a fin al pie de cada ilustración.

A continuación les dejamos con varios de estos textos poéticos:

( la serpiente )

(hace un tiempo que vivo con una serpiente en una historia de amistad con pocos temas de conversación, quemamos juntos el invierno frente al fuego, la serpiente apurando su leche y yo mi soliloquio al que siempre pone punto final su espléndida piel brillante y los extraños ojos por los que me dejo cautivar en silencio y, últimamente, al encontrarla a mi lado cuando despierto, me conmueve esa soledad de criatura castigada por revelar el conocimiento, aunque el veterinario dice que toma mis medidas para engullirme)


( regresus ad uterum )

(los árboles que se separan a mi paso, son palomas que alcanzan el vuelo de tu boca, en esta tarde que habría regresado por la oquedad de la lluvia a la grieta del ópalo que fosiliza tan extraña sonrisa, cuando en medio de nosotros, columnas, tallos y ala se ha ido girando con la gracia sucesiva del éxtasis y me ha mirado, pero Fernando leía su poema bajo el paraguas y eso me mantuvo anclado a una hilera de farolas que me condujo finalmente a tu regazo y allí fui tragado por tu amoroso hueco y me acuné en el agua nocturna y aunque ya no estés tú para pronunciar aquellas palabras a la deriva, el ovillo sigue rodando y el hilo umbilical que te agranda tanto, cuantas veces más habrá cantado al espíritu engañoso del amor)



sábado, 22 de septiembre de 2012

Suspiro de Artemisa, homenaje a Vicente Núñez

Acaba de presentarse en la sala Orive el número 5 de la revista de poesía Suspiro de Artemisa, que en esta ocasión dedica un homenaje al poeta Vicente Núñez en el X aniversario de su muerte y en el XXX aniverario de su magnífico libro Ocaso en Poley, que fue Premio de la Crítica en 1982.
Detorres editores y como director Calixto Torres otra vez vuelve a publicar semestralmente una revista que deja constancia del buen gusto estético de la propia publicación y como siempre del prestigioso panorama de poetas que participan: José Manuel Ballesteros Pastor, Enrique Barrero, Julián Cañizares Mata, José Cañuelo Calero, Rafael Cerrejón Jiménez, Rafaela Hames Castillo, Catalina Jaén, Alejandro López Andrada, José Manuel Martín Portales, Juan Pérez Cubillo, Enrique Pleguezuelo Acedo, Ramón Rodriguez Pérez, Pilar Sanabria Cañete, Enrique Sánchez Campos, Fernando Sánchez Mayo, Javier Sánchez Menéndez, Fernando Serrano, Paco Vargas, Antonio Varo Baena y Elena Cobos Ruiz.
El acto fue presidido por el propio Calixto Torres, el Concejal Delegado de Cultura Juan Miguel Moreno Calderón y el poeta Manuel Gahete que hizo un retrato magistral de la figura de Vicente Núñez y que despertó el aplauso caluroso de todos los presentes.

Les dejamos con un poema de Vicente Núñez como homenaje y recuerdo de un gran poeta que ya no está con nosotros, pero que vive en nosotros a través de sus hermosos poemas.

OCASO EN POLEY

Si la tarde no altera la divina hermosura
de tus oscuros ojos fijos en el declive
de la luz que sucumbe. Si no empaña mi alma
la secreta delicia de tus rocas hundidas.
Si nadie nos advierte. Si en nosotros se apaga
toda estéril memoria que amengüe o que diluya
este amor que nos salva más allá de los astros,
no hablemos ya, bien mío. Y arrástrame hacia el hondo
corazón de tus brazos latiendo bajo el cielo.

                        Vicente Núñez

jueves, 20 de septiembre de 2012

La central térmica, de Antonio Agudelo

Novedad:
                                                                  
 LA CENTRAL TÉRMICA

(55 Haikus), de Antonio Agudelo

Córdoba, Ediciones Depapel, 2012                                    

12 X 14, 17 Ilustr, 80 págs

I.S.B.N. 978-84-939752-9-6. 19 €
                                                                              
Temblor de flores

Son muchos los poetas haijin (poetas del haiku) que han cantado a su aldea natal. Entre los grandes maestros, Santoka, poeta vagabundo que durante años viajó sin rumbo fijo por Japón, daba mucha importancia a llegar a su pueblo después de largas peregrinaciones (“Un largo puente/ si lo cruzo/ estaré en mi aldea natal.”) y celebraba eufórico este suceso: “Luciérnagas/ venga, venid/ he llegado a mi pueblo”. Para Santoka esta llegada representa un acto de purificación, algo de arraigo y calor humano en medio de tanto desapego: “Beber el agua,/ lavarme con el agua/ de mi aldea natal”.

Antonio Agudelo, siguiendo la senda de los maestros con un espíritu innovador, canta en este libro a su pueblo natal, Villaviciosa de Córdoba, en pleno valle del Guadiato: “En campos bioeléctricos/ De espárragos y espinos/ Grazna una grulla.” Se sirve del paisaje local para llegar a los símbolos universales, lejos de la orientalización impostada.

Lo primero que nos llama la atención es el título, “La Central Térmica”, sin duda arriesgado para un libro de haikus. Dicha Central, que se encuentra a unos kilómetros de Villaviciosa, en el Pantano de Puente Nuevo, tiene un alto poder simbólico para el autor. Representa la fuente de energía, el gran enigma: “La Central Térmica,/ Cables de alta tensión: / Principio y fin.”

Igual de innovadora es la división del libro en “Luz de día” y “Luz de luna”, que se aleja de la clasificación tradicional en cuatro estaciones. Luz-oscuridad, vida-muerte, claridad-niebla son dicotomías que ya estaban presentes en “El sueño de Ibiza” y “Madreagua”, los anteriores poemarios de Agudelo. Hay un deseo de captar atmósferas y detener con sutileza momentos del día bajo los filtros de la luz o de la oscuridad, todo ello a través del empleo de la métrica clásica 5/7/5, que es la quintaesencia del haiku, su respiración natural.

Cabe destacar la relación íntima que establece la palabra con la imagen, ya que algunos textos van acompañados de fotografías. Si desde el siglo XVII se ha cultivado el género del haiga (combinación de haikus, caligrafía y pintura) y algunos maestros como Buson eran también pintores e ilustraban sus propias composiciones, actualmente el haiku tiene la capacidad de integrar nuevas técnicas como la fotografía y la impresión digital, enfocándose en lo visual, en los flashes esenciales a ambos géneros.

Mención aparte merece la edición cuidadísima de Ediciones Depapel con reciclado de papel artesanal, todo un goce para bibliófilos, que nos recuerda lo importante que era en Japón durante el periodo Heian el cultivo de la estética y el envoltorio delicado para presentar los poemas.

El haiku es la traducción del encuentro entre la mirada-pensamiento del poeta y la naturaleza. Este encuentro acontece en un intervalo y en un perímetro: el instante que dura la mirada y el perímetro que alcanza el ojo: “Tras la tormenta/ Vuelve la alondra al canto,/ En plena calma.” Y es el lector el que tiene que dibujar mentalmente la escena, descifrar el enigma de belleza contenido en los haikus que, como guijarros que lanzamos al agua, multiplican sus ondas y nos dejan un poso de serenidad y armonía.

Percibimos la influencia del budismo Zen a lo largo de la obra, en la contemplación pura de las cosas, en la forma de mirar y registrar lo mirado. El haiku, como la vida Zen se centra en lo cotidiano y no excluye nada de su campo. El autor encuentra en el silencio de su mente el sonido de la naturaleza, la cifra del tiempo en un instante. Desde el desapego budista, indaga en el secreto insondable de la Naturaleza y su capacidad ilimitada de creación, de ciclos: “Sobre las ruinas/ Florece el mismo almendro:/ ¡Breve y eterno!”

En “esa forma de decir la nada” que es el haiku, en palabras de José Manuel Portales, la contemplación impulsa la mística de los sentidos, el estado de asombro permanente (aware), como si mirásemos el mundo por primera vez. Y esa búsqueda de la verdad a la que se llega a través de los sentidos, ese deseo de “asir el aire” es una constante en La Central Térmica, donde se proyecta la inmediatez con la vida.

En la primera sección, “Luz de día”, podemos paladear haikus muy visuales, de un profundo cromatismo, que captan la sensación de estar vivos: “Hoy en la aurora/ Se funden de tan rojas/ Las amapolas.” El haijin refleja la conmoción profunda que siente con el roce con las cosas y tiene la necesidad de comunicarlo, dando lugar a hermosas sinestesias: “En lo baldío/ Cuantas sabrosas yerbas,/ Por donde piso.”

Aparecen algunos haikus llenos de duende, que podrían funcionar como seguidilla: “Canta cigarra,/ Canta con tu estribillo/ La luz sin tregua”; poseen esa gracia natural y sencillez inherentes también al flamenco: “¿Quién nace en las espumas?/ ¿Quién borda el agua?”.

Por otro lado, encontramos ejemplos de haikus de mu-i (de lo que no sucede), donde la acción puede ser en negativo: “No hace nada./ Cuando enferma la tierra,/ Tiempo de espera.” Como ha explicado Vicente Haya, también lo que no acontece es sagrado, porque es el magma del que emana la existencia, y sin él nada sería posible. Este tipo de haikus tienen un alto contenido espiritual y estético: “Llueve a cántaros/ Y tienen los jazmines/ El mismo aroma.”

La última sección, “Luz de luna”, cobra formas más metafísicas y oníricas, como ese tren de sombras que pasa en el relámpago. Agudelo introduce la abstracción y la metáfora características del haiku moderno, reivindicando el individualismo frente a la rigidez de los más puristas, que insisten en la desaparición completa del yo. Durante la noche, la creación invita al recogimiento y a la búsqueda del Absoluto, aunque sea bajo una capa de niebla y de soledad cósmica. Es lo que en Japón se denomina wabi sabi, esa sensación de belleza nostálgica que nos envuelve, de belleza compasiva ante la aceptación serena de la fugacidad: “Descenso a Dios./ El vacío, su rostro./ Niebla sin puertas”. El poeta crea una atmósfera flotante, casi cinematográfica en algunos pasajes: “Hay luna llena./ Aves rozan la tierra/ Como un cometa.” Y acaba alcanzando estados de iluminación cercanos al satori, en que se elimina el dolor y los apegos terrenales. El cuerpo desaparece para transcender y ser sólo conciencia desasida, en profunda conexión con la naturaleza:
“Sueño nocturno:/ Intento asirme al cuerpo/ Y ya no está.”

Este es el camino de depuración estilístico y espiritual propio del que ha elegido la soledad de los bosques y dialoga a diario con el cosmos, después de haber comprendido que todas las cosas se relacionan entre sí de forma invisible. Y Antonio Agudelo es capaz de percibir en cada “temblor de flores” la sacralidad del mundo y plasmarlo en diecisiete sílabas.

 
Verónica Aranda



martes, 18 de septiembre de 2012

Homenaje al poeta cordobés José de Miguel

Con el subtítulo "Como se van los pájaros" el Ateneo de Córdoba ha rendido un merecidísimo homenaje al poeta José de Miguel, un poeta vinculado por su línea poética y por su amistad a los componentes del grupo Cántico. El libro ha sido coordinado por Antonio Flores Herrera y publicado por el propio Ateneo de Córdoba en la colección Arca del  Ateneo. Un libro patrocinado por la Diputación Provincial de Córdoba.
Han participado un total de 65 poetas entre los que caben destacar Pablo García Baena, María Victoria Atencia, Leopoldo de Luis, Juana Castro y otros muchísimos más poetas nacionales y locales. En las ilustraciones han colaborado Antonio Bujalance y Ginés Liébana. También lleva un magnífico prólogo del poeta Manuel Gahete.

A continuación les dejamos con varios poemas de José de Miguel

PATIO DE CÓRDOBA

Juega la luz su gozo estremecido
En la blanca pared, que reverbera
De cal y sol. Tenaz, la enredadera
Busca en la teja un cielo presentido;

El rumor de la fuente su latido
Acompasa a la dulce primavera;
El geranio, sus flores entrevera
Con el clavel, de aromas trascendido.

Un hervor de caléndulas granates
Simula, como un rito, cada día,
En el brocal del pozo su desmayo;

Verdecen su primor los arriates.
No preguntad por qué de esta armonía:
Es un patio de Córdoba y es mayo.



POTRO ANDALUZ

Potro andaluz, de altiva bizarría,
estampa secular de la majeza,
que del viento bebiste ligereza
y del Betis ufana lozanía.

El viejo Sur, de ardiente geografía,
acuñó de tu raza la destreza,
y te inviste de noble gentileza
bajo el beso del sol del Mediodía.

Dibujas tu perfil por el sendero,
bordando al aire con tu paso alado
en la campiña o en la serranía;

Caballo, que ennoblece el caballero
cuando airoso galopas, cabalgando
por los galanes de Andalucía.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Entrevista a Ángela Jiménez


                                                                                                 

FSM.- Ángela, eres una de las destacadas poetas jóvenes de Córdoba, ¿Cómo vives la poesía en tu vida diaria?

A.J.- Fernando, quisiera agradecerte esta invitación y este encuentro en tu magnífica web; es un regalo compartir este espacio contigo.
Contestando a tu primera pregunta, como ese oscuro objeto de deseo al que no se accede por las obligaciones del día a día, pero que te alcanza en determinados instantes, los más inadecuados (algo tópico, pero no incierto). Incluso en los periodos en los que menos disciplina se tiene para alejarse del mundanal ruido para trabajar el verso, sí percibo cómo permanentemente ese estado de ánimo cuyo cauce suele ser el poema es parte inseparable de mí.

FSM.- ¿Cuándo empezaste a escribir poesía y cuándo te diste cuenta de que la poesía era algo más que una afición?

A.J.- La misma pulsión que justifica los versos fue responsable mucho antes de mi infancia ligada al dibujo y a la pintura; fue a los 13 aproximadamente cuando me reencontré con la lírica y descubrí en ella a la aliada idónea para la traslación de mis emociones y pensamientos. Con todo, esa certidumbre de que me acompañaría siempre la tuve años después, por la forma en que nació la plaquete Arde abril.

FSM.- ¿Podrías hacer un recorrido por tu obra poética y explicarnos algo de lo que has publicado?

A.J.-Desde los primeros textos necesite crear una horma que los contuviera; sin más pretensión que esta nacieron Punto muerto y Caricias, ausencias y contraindicaciones, dos poemarios cuya cohesión era más bien temporal y cuya razón de ser una primera toma de contacto con el universo lírico.
Mi primer poemario publicado íntegramente fue Arde abril, convirtiéndose además en el inicio de una historia aún no terminada que aún sigo escribiendo y que se halla protagonizada por Violeta.
Sobre el epílogo y sus muertes llegaría después de la plaquete Sobreviva donde el primer y este segundo compendio de textos encontraba su bisagra; en Sobre el epílogo… Violeta sigue caminando y paralelamente lo hacen sus referentes reales y ficticios.
Desde hace un año, alterno un poemario con una novela; ambos se encuentran ya bastantes avanzados y tanto uno como otro se nutren de las nuevas dimensiones de este personaje.
Por lo demás, he tenido la inmensa suerte de participar desde Arde abril en muchísimas antologías de muy diversa índole publicando junto a algunos de los y las mejores poetas cordobeses, andaluces y españoles; siempre es un regalo el que una siga escribiendo y a cada rato aparezca una nueva participación, un nuevo proyecto con editoriales jóvenes y veteranas (En Huida, Mitad Doble, Los Catorce Ochomiles, Almuzara, etc.); no quisiera olvidar aquí el trabajo impagable de tantas publicaciones que han tenido a bien invitarme a sus páginas (Boronía, La Manzana Poética, Nayagua, entre otras).

FSM.- ¿Te disciplinas a la hora de escribir poesía o escribes al azar según te va viniendo la inspiración?

AJ.- Esa seriedad de cumplir con unos horarios, con una planificación, para mí forma parte del oficio, es una forma de respeto, junto a la lectura y a la actitud crítica; sin embargo, también tengo que confesar que es mi talón de Aquiles, tanto que a menudo lamento cuánto se escapa de mis manos por esa falta de rectitud a la hora de asumir el “trabajo” del poeta. En esta etapa de mi vida, precisamente, me esfuerzo en abandonar la caótica costumbre de escribir al azar pero todavía y en demasiadas ocasiones me dejo llevar por él.

FSM.- ¿La poesía es un camino personal o colectivo?

A.J.- Los paréntesis en los que escribo me siento más sola que nunca, también porque busco y protejo con celo ese abandono tan imprescindible para este y otros lapsos temporales; sin embargo, aunque los momentos clave siempre te sorprendan frente a frente, sin escudos, frente al sentimiento que pugna por mutar, considero inconcebible la ausencia tanto de los maestros como de los compañeros y las personas que leen o escuchan lo que haces. Hay un reducto en el que nadie puede entrar pero sería imposible llegar a él con algo que merezca mínimamente la pena sin estas presencias-guía.

FSM.- ¿Cuál sería tu definición de poesía?

A.J.- El sentimiento y la memoria que alberga cada víscera y que siempre en alguna medida son inconfesables encuentran un pasadizo secreto y se liberan… Eso sí, no siempre purifica, a veces sigue alimentando una tristeza acumulada cuya dimensión nunca soy capaz de aprehender; la poesía sería ese intenso pálpito de la entraña que no se cuestiona hasta la locura porque su materialización no lo explica pero da sentido a todo, es un bálsamo que proporciona una extraña y tóxica comodidad.

FSM.- ¿Tiene la poesía alguna misión? ¿Para qué sirve?

A.J.- Cubre una herida racionalmente incurable, cicatriza o al menos otorga un trazado estético a una cicatriz con cada punto de sutura. Siempre la tiene, aunque no sea social –la única que Sartre reconocía como aceptable-, pero sea cual fuere, creo que siempre sacia la respuesta a ese desgarro, para el que la escribe y por supuesto para el que encuentra a través de ella una necesidad común.

FSM.- ¿A qué poetas admiras?

A.J.- La contestación a esta pregunta siempre es incompleta, para mí la más difícil de dar…Más allá de influencias comunes y lecturas obligadas, entiendo que aludes a aquellos con los que se encuentra esa misma vibración, una esencia familiar, esa sensación de que han sido virtuales mentores de esos que te marcan para toda la vida; Dylan Thomas, el Neruda de las Residencias, T.S. Eliot, E.E. Cummings, José Ángel Valente, Sylvia Plath, Tomas Tranströmer, Javier Egea, John Keats, el Juan Ramón “recién casado”, Alejandra Pizarnik, Aleixandre en cualquiera de sus etapas, Emily Dickinson, Marina Tsvetaeva… Como anunciaba al inicio, siempre resulta imposible de decir, es imposible quedarse a gusto con una respuesta.

FSM.- ¿Cuándo podemos decir que estamos ante un buen libro poético? ¿Qué características –según tú- tiene que tener un poemario para que digamos que tiene calidad?

A.J.- Asumiendo la obviedad de que cualquier criterio, por fundado que esté, es obra y víctima de su contexto y su perspectiva, entiendo que una obra se puede nombrar como tal si refleja ese respeto al oficio del que hablábamos antes; en cuanto a su calidad, considero clave que posea esa capacidad de comunicación, esa habilidad para golpear al quien la lee o escucha, aunque no comparta la técnica o no entienda algunos intertextos… Conmover a quien recibe el poema –empezando por el propio autor- está por encima de otros indicadores más palpables o evidentes.

FSM.- ¿Cuál es tu libro de poemas favorito?

A.J.- Sería injusto decir que es mi favorito, que está por encima de otros, pero por diversas circunstancias, por su presencia, compañía y complicidad, me quedaría con las Elegías de Duino de R.M. Rilke.

FSM.- ¿Qué nos enseña la poesía a diferencia de la narrativa?

A.J.- Como colijo de tu pregunta que no te refieres a cuestiones teóricas, sino que me propones un viaje a lo profundo, te explico, humildemente, de qué manera vivo yo esta distancia entre un medio y otro.
Aunque aquí los horizontes –lo comentábamos al principio de este encuentro- son demasiado difusos por aquello de la pulsión común, siempre he percibido la poesía o más bien “lo poético” como una conexión más directa con un yo íntimo por cuanto es capaz de sintetizar estados de ánimos en una estructura perfecta para ello… Yo siempre he tenido la prioridad de “contar” una historia pero elijo el verso cuando esta se construye sin intervención de cotidianeidades, que sí pueden estar perfectamente pero que lo hacen filtradas. Nos permite “expandir” una emoción, un pensamiento, con anclajes distintos, igualmente anclajes, pero que permiten una mayor fluidez hacia el abismo.

FSM.- Ángela, también desarrollas una actividad paralela en el mundo de la cultura en televisión y en la prensa escrita, ¿en qué medida te fortalece esto para tu desarrollo personal y cultural?

A.J.- Para empezar me conecta y reengancha con la necesidad de escribir, leer, seguir aprendiendo, cuando el peso de la obligación impide respirar en otra atmósfera que no sea la de hacer frente a nuestras responsabilidades “externas”; gracias, tanto a la radio y prensa escrita como a la televisión, he encontrado el equilibrio entre la pasión y el deber, permitiéndome además seguir disponiendo de esos momentos, no ya de encuentro privado con el verso sino de enriquecimiento gracias a las personas que visitan el programa, gracias a los libros que debo reseñar. Además, el directo de la televisión, es un antídoto natural contra todos los miedos posibles; por eso, superarlo y tratar de mejorarlo, cada día, llena tantísimo, como persona y en el ámbito puramente profesional.

FSM.- Para acabar le pedimos a todos nuestros colaboradores que nos dejen uno de sus poemas y nos expliquen por qué lo han elegido. ¿Podrías tú, por favor, dejarnos uno y explicárnoslo? Muchísimas gracias, Ángela.

A.J.- Elijo un poema que escribí expresamente para el número especial primavera de 2012 para la revista de la editorial Mitad Doble, con la cual he tenido la fortuna de colaborar en otras ocasiones; además de su cercanía en el tiempo, la escojo porque, de un lado, me interesa destacar y recomendar este ejercicio de encontrar en el encargo una manera de seguir dando pasitos –un poema sobre café y cigarrillos- y de otro, aborda un asunto que suele ocupar gran parte de lo que hago, las relaciones de pareja en puntos críticos.
Por lo demás, Fernando, un millón de gracias por estos momentos de poesía, ha sido maravilloso y te reitero mi enhorabuena por el trabajo que desarrollas a través de la web; un ejemplo a seguir, de verdad. Gracias también a todos los que hayáis decidido acompañarnos en esta entrevista, espero que no me haya extendido en exceso y que os guste el poema. Besos y hasta pronto



Descartado delito. Caso cerrado (body bag´s lovers)

Letal contorsión de la cerviz. Previo diagnóstico.
(pesa todo tanto, que piso las ascuas monóxidas
de “la última en tu casa o en la mía”, acuchillo
bajo talón el deseo a que esta bruma venenífera,
te paralice, rodilla a fango, suplicante).

Levantamiento de los cadáveres.

(quisiera quedarme, que te quedaras incorrupto
por este formol de nicotina, justo antes
del “no es culpa tuya sino mía”, desespero
por abrirme hueco entre tus vísceras
o, en su defecto, burlando a los gorilas y a la niebla,
pero me cicatrizo, inánime, a la silla por cobardía
y me finjo latente aún por reacción al torrefacto).
Traslado imposible del cuerpo. Ocultamiento plata de seguridad.

(cae el telón, sfumato de ti y mi ansia se desploma
Ante tu necesaria mascarada de plañidera a sueldo,
Por fin me atrapa la falsa losa de los años, me (mal) digo, muda,
Con tópicos de cantautor–barras de bar que asesinan semidiosas gran reserva,
victimistas de culebrón, con el rímel a plein air, el corazón perforado-,
Me avejento como aquella cariátide sin policromía, comatosa de excesos
Que una vez fue reina coronada del instituto y hoy mendiga abrazo y copa,
Buscando, a ras de vertedero, todavía vida al filo de tus empeines).

Informe de la autopsia. Causas del deceso.

(cortado e hirviendo, tú y yo, adivino –puedes corregirme-
Que te fumas los dedos y escondes que son versos de otro
Los que agrietan mi espalda de barro, los que arañan
tu silueta pixelada tras la vidriera metal y el alquitrán,
que de pálpito sólo me dejo esta quietud de sombra sobre cirio
sólo femenina esbeltez por las garras adireccionales de tu ardida picadura,
sólo tacones de rendición rabiosa que devastan y tiñen mis tobillos,
Nada resta de ti, salvo tú, desfigurado en este frente a frente post mórtem,
Nada tras la calada que abrasa, el sorbo empachado que tirita,
Únicamente el tic en la pierna esperando el tac
Y, otra vez, la dignidad y el valor en los posos
otra vez, amantes de tumulto funerario,
–pierde quien se levante primero-…
otra vez, “no me dejes, te perdono”,
tac, “no me pidas eso”,
otra vez, tic).



jueves, 6 de septiembre de 2012

II Encuentro Escritores por Ciudad Juárez

El pasado 1 de septiembre se presentó en Córdoba (España) la plaquette II Encuentro Escritores por Ciudad Juárez en el Centro Cultural Juan XXIII. Esta interesante actividad solidaria del verso contra la injusticia de la violencia fue coordinado por Ana Ibáñez y Paqui Jiménez. Y participaron los siguientes poetas: José Manuel Ballesteros Pastor, María Campo, Emilio Corzo, Carmela Cuello Guijón, Manolo Guzmán, Rafaela Hames Castillo, Ana Ibáñez Córdoba, Enrique Pleguezuelo Acedo, Paqui Jiménez Yepes, Pilar Sanabria Cañete, Fernando Sánchez Mayo y Ana Patricia Pahlén.
El movimiento escritores por Ciudad Juárez surgió tras el asesinato de la poeta y activista Susana Chávez en 2011 y cuyo objetivo es reivindicar, a través de la palabra y de la cultura, la paz y la dignidad frente a la barbarie y la apatía.

A continuación les dejamos con varios poemas de la plaquette.

LA ÚNICA VICTORIA POSIBLE

La única victoria posible
es la tela que tengo contigo
la música que te canto al oído
el nombre que te doy
la voz que te llama
la muerte que no olvido.
He visto una hilera de hormigas
cruzar el horizonte entre las piedras
luchando entre los noticiarios
venciendo a la muerte
enarbolando banderas de vida y libertad.
                           Paqui Jiménez Yepes


DISEMINACIONES ( A las mujeres de Ciudad Juárez )

Me he repartido en pedazos,
me he repartido entera
con hambres de geografía humanas.
He sufrido el vértigo de las demarcaciones,
de las sábanas cóncavas, de porosas noches
en correntías de un cuerpo.
Y ahora aquí y allá
víctima de lazos perturbadores,
de voraces inaniciones.
Ahora, aquí y allá en fisuras de mar,
en vitalicios desiertos disidentes.
Aquí y allá en espesores pertinaces,
en transparentes bellezas,
en contumaces mohos del recuerdo.
Aquí y allá arrojada al retrubuido exterminio
de los nombres con eco de tantos miedos.
Aquí y allá diseminada en ciénagas mortificantes,
en punitivos laberintos sin presunción de inocencia.
Aquí y allá dividida en efímeros enseres que la vida dispone.
Aquí y allá partida en realidades y tramoyas,
en parasitarias rémoras. Aquí y allá,
¿cómo no amar la acérrima dualidad de la muerte?
                                   Pilar Sanabria


ERA EL FUTURO QUIEN VENÍA

Soñé que era el futuro quien venía por las alamedas
pintando el verde sosiego de las tardes,
que los caminos eran ríos de amor
humedeciendo el cielo de esperanza,
que en los campos crecía la clara luz del criterio
y se expandía como el fragante olor de las rosas.
Veía yo llegar a los pájaros por las rutas expeditas del aire
a beber la abundancia en los oasis del desierto
y en los pasos donde reinaba la armonía dormida de cansancio.
Era la ciudad de Juárez mirando desde lejos,
desde más allá del tiempo,
y era yo el que anhelaba vivir bajo su techo.
                         Fernando Sánchez Mayo