FSM.- Balbina, eres una poeta reconocida no sólo porque lo avalan tus excelentes libros de poemas sino además por tu ingente trayectoria participativa e incluso porque estás incluida en la famosa antología La inteligencia y el hacha de Luis Antonio de Villena. ¿Crees que por fin la mujer está ya reconocida en igualdad de condiciones a los hombres en el campo de la literatura?
BP.- No, en absoluto. Existe una larguísima trayectoria de invisibilidad de las escritoras, por lo cual los reconocimientos son escasos. Lo más grave es la consecuencia que trae consigo, el que las escritoras no han tenido la posibilidad de crecer literariamente. Sólo unas pocas, a las cuales fue imposible ponerle la zancadilla del (por el) género.
FSM.- ¿Cómo recuerdas los primeros indicios en los que ya empezaste a preocuparte por escribir poesía?
BP.- Siempre fui consciente de la necesidad de literariedad, pero el primer shock llegó cuando me di cuenta de que también podías dejar al descubierto tu intimidad. Fue cuando averigué que se podía velar el poema, pero no me he dirigido en esa línea.
FSM.- ¿Cuándo entonces decides que de verdad quieres ser poeta y por qué?
BP.-Nunca lo he decidido. Es un camino por el que se transita y son los demás los que te señalan. O así debería ser.
FSM.- Balbina, me gustaría saber si tú has notado algunas diferencias, algunos aspectos que distingan a la poesía masculina de la poesía femenina?
BP.-Este es un extremo que se encuentra en los inicios de su estudio y existen demasiadas interferencias, pero algunos estudiosos y sobre todo estudiosas están intentando clarificar numerosas cuestiones relacionadas con lo genérico. Deberíamos preguntarnos si en la obra de un poeta es esencial su nacionalidad, sus circunstancias vitales y su intrahistoria ¿por qué no va a determinar también el género? Un ejemplo sería la recuperación del derecho a la expresión del deseo sexual femenino, que fue siempre ficción. Yo diría que un primer paso está siendo el descubrimiento de numerosos textos de calidad que están saliendo a la luz a raíz de las investigaciones y la rehabilitación de autoras que se nos habían ocultado. Esta es la labor de la crítica literaria, subvertir el canon ya dado.
FSM.- ¿Qué es un o una poeta y para qué sirve? ¿Tiene alguna misión?
BP.- La creación es una vieja fábrica en llamas. El verdadero poeta es capaz de sacar enseres de valor saliendo indemne y sin ser consumido por el fuego. Esta reflexión que publiqué hace ya bastantes años en una revista es bastante más extensa y no hace mucho la encontré publicada en Internet.
FSM.- ¿A qué poetas admiras y quiénes crees tú que han dejado una influencia en tu obra?
BP.- La lista sería interminable, aunque soy más receptiva al poeta que nos transmite las cicatrices de la huella del tiempo. Sobre todo, el que es capaz de rasgar las consciencias de la gente para después cambiarle el rumbo. Un objetivo demasiado elevado, y desde luego alcanzable sólo por unos cuantos.
FSM.- ¿Podrías hablarnos de ese proyecto literario que tú diriges llamado Aristas de Cobre?
BP.- Son publicaciones de poesía, fundamentalmente, donde hemos dado a conocer los primeros poemas en España de la poeta inglesa del siglo XVII Aphra Behn o del laureado poeta norteamericano Donald Hall, pero también se tradujo del catalán, vasco y gallego, además de autores nacionales tan distintos como Jorge Riechman o Concha García. Como hemos pasado por diferentes etapas, ahora estamos más orientados a poetas inéditos.
FSM.- Nos gustaría que nos hablaras brevemente de cada uno de tus libros de poemas y que nos digas cuál de ellos te ha dado más satisfacciones y por qué?
BP.- En realidad, yo no escribo libros. Son poemas con autonomía, que se van construyendo muy lentamente y se puede tardar en reunirlos más de una década, como sucedió con el libro En los andenes de la Era Heisei. El análisis, la síntesis y el reposo son esenciales. Espero que conformen un todo en el futuro.
FSM.- ¿Qué debemos exigirle a un libro de poemas para que podamos decir que estamos ante un libro de calidad?
BP.- Como te digo, no me interesan los libros. La unidad es el poema. La exigencia de los premios perturba la voz de los poetas. Demasiada repetición, a mi juicio.
FSM.- ¿Cómo ves el panorama poético que se hace en este momento no sólo en Córdoba sino también en el resto de España?
BP.- Soy optimista, creo que hay legiones que lo estamos intentando y seguro que algo quedará. Pero básicamente los problemas son los mismos que, por ejemplo, en el Siglo de Oro: la lucha contra y por la palabra. Y el qué decir.
FSM.- Para acabar y agradeciéndote enormemente tu colaboración me gustaría que nos dejases aquí debajo uno de tus poemas favoritos y nos digas por qué lo has elegido?
BP.- Este poema Subasta de Sueños en la Era Heisei me facilitó el cierre de un ciclo iniciado a principios de los años noventa cuando empecé a escribir En los andenes, consciente de que el nuevo milenio nos traería desafíos de gran envergadura como resultado del saldo de los proyectos de transformación social (caída del muro: comunismo, socialismo etc.) y la lucha del capitalismo por obtener una hegemonía aplastante, que finalmente obtuvo hasta la primera década del 2000. El repaso por todo el siglo XX resultaba demasiado inquietante, así que comencé un diálogo con el mundo y la época que me ha tocado en suerte, utilizando como simple decorado los lugares que he recorrido en ese final de milenio, coincidente con la Era Heisei japonesa. En este poema el escenario es Takayama, Japón, donde encontré las mayores fisuras de la postmodernidad. En él no oculto mi decepción por el fracaso de muchas utopías que intentaron transformar el mundo, y por eso, creo que en el final de milenio se ha producido una Subasta de Sueños. Y hoy, consumido el primer decenio del siglo XXI, y conociendo ya el fracaso completo del ultraliberalismo, que nos ha dejado en la ruina, nos encontramos en una crisis profunda, pero como lo son siempre todas las etapas de la historia, apasionante. Y todo está por construir.
Subasta de sueños en la Era Heisei
Sabía que atravesando Akakira
al final se llega a una vieja fábrica de aceros,
donde los prendidos sueños arden
como en plena calle verdes
papeleras de plástico galvanizado.
Era todo un milenio en llamas,
crepitaban utopías y principios,
un viejo sombrero de fieltro de Pablo Iglesias,
y la daga samurai de un múltiple Harakiri.
Su resplandor iluminaba la máscara de la Era Heisei,
un ácido corroía los labios del milenio
una vez pintados de rojo carmín.
Todo era cenizas; asusta.
Como en el insaciable tanatorio de la M30
nadie se atreve a esparcirlas
por si tan sólo la grama crece,
algún deseo trasterrado y otro
sumiso siglo nada adverso
con el viático de su pasado.
Pero también cerca de Akakira
se encuentra una casa de subasta,
y a la espera quedo por si consigo
en rebajas alguna sombra de sueño.
Año XI de la Era Heisei
Takayama-Japón
(De En los Andenes de la Era Heisei)
Balbina Prior
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