La semana pasada se presentó en la Delegación de Cultura dentro del ciclo Letras Capitales el libro Un girasol flotante, de Antonio Carvajal, que fue presentado por el también poeta cordobés Manuel Gahete. Al libro le precede una introducción que corre a cargo de José Manuel Ruiz Martínez bajo el enunciado de: Antonio Carvajal: la forma o la vida. Y es aquí donde se da cuenta con una aproxiamción meridiana el tipo de poesía de nuestro poeta de hoy. A continuación y siempre basándonos en lo que dice José Manuel Ruiz Martínez comentaremos una reseña de las opiniones de este introductor sobre la poética de Antonio Carvajal. Así hablando de las características de la poesía de Carvajal dice que es un diálogo con la tradición, que se encuentran alusiones y citas más o menos literales o veladas de otros poetas o autores, que la poesía verdadera surge de un diálogo con la tradición.
Y sigue diciendo que en la poesía de Carvajal se produce una continua reflexión sobre la creación artística y que en su poesía hay una celebración de la amistad y una afirmación de la vida y la alegría, a pesar de la amenaza del sufrimiento, la injusticia o el sinsentido. Dice que el cauce natural para dar salida a su indagación y sus inquietudes sobre el arte y la amistad es, por ejemplo, la epístola horaciana y, en concreto la manera en que Garcilaso la asimila y la transforma en la "Epístola de Boscán", que a su vez se erige en modelo genérico fundador de la tradición española.
Más adelante dice que otro ejemplo de cómo se sirve Antonio Carvajal de las formas poéticas para sus propósitos en Un girasol flotante es el soneto. Y apunta que la mayor parte de los que aparecen en este libro están escritos a modo de epigramas, en este caso de tono elevado, moral o elegíaco, algunos con atisbo de leve sátira.
Según José Manuel Ruiz Martínez, Antonio Carvajal reflexiona sobre el dolor, la pérdida, la injusticia, el sinsentido o la desesperanza. También dice que la cualidad redentora del arte aparece como un motivo constante de reflexión poética en este libro. En definitiva, según el prologuista, en este libro Un girasol flotante, hay una propuesta de aunar poesía, arte, amistad y vida. Una propuesta que implica toda una lección de poesía para hoy, cuando ésta no ha conseguido aún salir del desconcierto en que la sumieron la vanguardia y la llamada posmodernidad. Una lección que nos habla de que se puede ser llano y coloquial sin ser vulgar. De que la verdad y la propia vida, la intimidad y los sentimientos, pueden ser materia de la poesía sin necesidad por ello de airear la privacidad, y ser obsceno o indecoroso. De que se puede hacer poesía a partir de la experiencia sin incurrir en el cinismo o el desencanto, y mantener intactas la caridad para con los semejantes, la esperanza en el porvenir y la fe en la poesía, en el poema.
Les dejamos con un soneto
Tropos
Para Paco Lagares
Por el aroma del café se sabe
que comienza el trajin de la mañana;
por verde, la doméstica sabana
canta que abril no es cruel, sino suave;
en la constelación del sueño cabe
con perfume redondo la manzana
y lo que cuenco fue será campana
y, lo que cardo, el ala de algún ave;
la copa rota su residuo abraza,
la red de vidrio contra el cielo traza
la trampa vertical de su agonía
mientras el sol se expande por la aurora,
el alma enciende, el cuerpo opaco dora
y lo tinta de vida y alegría.
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