El poeta Antonio Luis Ginés ha publicado hace pocas semanas Celador, un libro de poemas que nos adentra en el mundo de los hospitales, las enfermedades y el dolor. Un título sugerente para un poemario original y novedoso. Antonio Luis es uno de esos poetas que arriesga cuando escribe, y arriesga porque tiene claro que la escritura debe ser innovación, diferencia y búsqueda de nuevos conceptos de interpretación de la realidad. El libro está publicado en la colección Manantial del Excmo. Ayuntamiento de Priego de Córdoba y coordinado por Mari Cruz Garrido.
El poemario comienza con una cita de Mark Strand: “Donde quiera que esté / soy aquello que falta. Verdaderamente toda una declaración de intenciones de lo que va a ser el poemario. Antonio Luis es el poeta celador que vigila y observa todo el mundo hospitalario en donde se desarrolla un trabajo eventual que conecta al poeta con todo el entramado de la enfermedad y del fin de la vida. Allí el poeta experimenta el miedo, el misterio, la muerte que huele por todos los recovecos y todas las esquinas. Y es allí donde toma conciencia de esos aspectos que tienen que ver con los derechos de los enfermos como por ejemplo el derecho a decidir sobre su propia muerte, es decir la eutanasia. Y es allí donde comprende la dura realidad a la que estamos abocados los seres humanos justo al momento ya del fin de la vida; una actitud de comprensión con esas personas que viven atadas a una máquina o atadas a esperar la muerte en un padecimiento que apena. El libro está escrito desde una posición clara de darnos a conocer y de sensibilizar al lector de una realidad que nunca antes se había tratado en el género poético. El poemario, los poemas, llevan implícita una sensibilidad especial porque nos muestran la comprensión del poeta ante el dolor, ante la triste realidad de los pacientes que sufren una situación de descompensación con el resto de la humanidad. El estilo del libro también pone en jaque a los estilos clásicos y académicos porque está todo expresado en un lenguaje coloquial que recuerda a la antipoesía de Nicanor Parra.
En definitiva, estamos ante un poemario que no debería pasar inadvertido por aquellos que buscan algo nuevo hecho con calidad.
Les dejamos a continuación con un poema.
UCI
En la UCI no hay mucho movimiento,
sólo alguna queja profunda, algún lamento,
el sonido de las máquinas.
Un chico que aparenta dieciocho
se debate entre la vida y la muerte.
La cabeza rapada y pircings por su dorso
medio desnudo.
Los ojos idos, no dicen nada,
no responde, cada equis horas,
días, empieza a golpear
todo lo que se mueve alrededor.
Las pastillas, susurra un enfermero
mientras el joven médico vuelve la espalda
como no queriendo mirar.
Pronóstico reservado,
puede que jamás consiga hacer las cosas de siempre.
La tensión crece
cuando la madre viene a visitarlo.
Dice el auxiliar que se corta el aire
con el papel de fumar. La madre le habla,
con el papel de fumar. La madre le habla,
lo intenta durante los primeros
diez minutos, pero no obtiene ninguna
respuesta. Luego las lágrimas
veloces por sus mejillas,
le ahoga la voz y ya no dice nada
hasta que se va por la puerta de la UCI.
Entonces, rota y cansada de la vida repite.
Si solo tiene diecisiete años,
solo diecisiete.
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