viernes, 7 de septiembre de 2012

Entrevista a Ángela Jiménez


                                                                                                 

FSM.- Ángela, eres una de las destacadas poetas jóvenes de Córdoba, ¿Cómo vives la poesía en tu vida diaria?

A.J.- Fernando, quisiera agradecerte esta invitación y este encuentro en tu magnífica web; es un regalo compartir este espacio contigo.
Contestando a tu primera pregunta, como ese oscuro objeto de deseo al que no se accede por las obligaciones del día a día, pero que te alcanza en determinados instantes, los más inadecuados (algo tópico, pero no incierto). Incluso en los periodos en los que menos disciplina se tiene para alejarse del mundanal ruido para trabajar el verso, sí percibo cómo permanentemente ese estado de ánimo cuyo cauce suele ser el poema es parte inseparable de mí.

FSM.- ¿Cuándo empezaste a escribir poesía y cuándo te diste cuenta de que la poesía era algo más que una afición?

A.J.- La misma pulsión que justifica los versos fue responsable mucho antes de mi infancia ligada al dibujo y a la pintura; fue a los 13 aproximadamente cuando me reencontré con la lírica y descubrí en ella a la aliada idónea para la traslación de mis emociones y pensamientos. Con todo, esa certidumbre de que me acompañaría siempre la tuve años después, por la forma en que nació la plaquete Arde abril.

FSM.- ¿Podrías hacer un recorrido por tu obra poética y explicarnos algo de lo que has publicado?

A.J.-Desde los primeros textos necesite crear una horma que los contuviera; sin más pretensión que esta nacieron Punto muerto y Caricias, ausencias y contraindicaciones, dos poemarios cuya cohesión era más bien temporal y cuya razón de ser una primera toma de contacto con el universo lírico.
Mi primer poemario publicado íntegramente fue Arde abril, convirtiéndose además en el inicio de una historia aún no terminada que aún sigo escribiendo y que se halla protagonizada por Violeta.
Sobre el epílogo y sus muertes llegaría después de la plaquete Sobreviva donde el primer y este segundo compendio de textos encontraba su bisagra; en Sobre el epílogo… Violeta sigue caminando y paralelamente lo hacen sus referentes reales y ficticios.
Desde hace un año, alterno un poemario con una novela; ambos se encuentran ya bastantes avanzados y tanto uno como otro se nutren de las nuevas dimensiones de este personaje.
Por lo demás, he tenido la inmensa suerte de participar desde Arde abril en muchísimas antologías de muy diversa índole publicando junto a algunos de los y las mejores poetas cordobeses, andaluces y españoles; siempre es un regalo el que una siga escribiendo y a cada rato aparezca una nueva participación, un nuevo proyecto con editoriales jóvenes y veteranas (En Huida, Mitad Doble, Los Catorce Ochomiles, Almuzara, etc.); no quisiera olvidar aquí el trabajo impagable de tantas publicaciones que han tenido a bien invitarme a sus páginas (Boronía, La Manzana Poética, Nayagua, entre otras).

FSM.- ¿Te disciplinas a la hora de escribir poesía o escribes al azar según te va viniendo la inspiración?

AJ.- Esa seriedad de cumplir con unos horarios, con una planificación, para mí forma parte del oficio, es una forma de respeto, junto a la lectura y a la actitud crítica; sin embargo, también tengo que confesar que es mi talón de Aquiles, tanto que a menudo lamento cuánto se escapa de mis manos por esa falta de rectitud a la hora de asumir el “trabajo” del poeta. En esta etapa de mi vida, precisamente, me esfuerzo en abandonar la caótica costumbre de escribir al azar pero todavía y en demasiadas ocasiones me dejo llevar por él.

FSM.- ¿La poesía es un camino personal o colectivo?

A.J.- Los paréntesis en los que escribo me siento más sola que nunca, también porque busco y protejo con celo ese abandono tan imprescindible para este y otros lapsos temporales; sin embargo, aunque los momentos clave siempre te sorprendan frente a frente, sin escudos, frente al sentimiento que pugna por mutar, considero inconcebible la ausencia tanto de los maestros como de los compañeros y las personas que leen o escuchan lo que haces. Hay un reducto en el que nadie puede entrar pero sería imposible llegar a él con algo que merezca mínimamente la pena sin estas presencias-guía.

FSM.- ¿Cuál sería tu definición de poesía?

A.J.- El sentimiento y la memoria que alberga cada víscera y que siempre en alguna medida son inconfesables encuentran un pasadizo secreto y se liberan… Eso sí, no siempre purifica, a veces sigue alimentando una tristeza acumulada cuya dimensión nunca soy capaz de aprehender; la poesía sería ese intenso pálpito de la entraña que no se cuestiona hasta la locura porque su materialización no lo explica pero da sentido a todo, es un bálsamo que proporciona una extraña y tóxica comodidad.

FSM.- ¿Tiene la poesía alguna misión? ¿Para qué sirve?

A.J.- Cubre una herida racionalmente incurable, cicatriza o al menos otorga un trazado estético a una cicatriz con cada punto de sutura. Siempre la tiene, aunque no sea social –la única que Sartre reconocía como aceptable-, pero sea cual fuere, creo que siempre sacia la respuesta a ese desgarro, para el que la escribe y por supuesto para el que encuentra a través de ella una necesidad común.

FSM.- ¿A qué poetas admiras?

A.J.- La contestación a esta pregunta siempre es incompleta, para mí la más difícil de dar…Más allá de influencias comunes y lecturas obligadas, entiendo que aludes a aquellos con los que se encuentra esa misma vibración, una esencia familiar, esa sensación de que han sido virtuales mentores de esos que te marcan para toda la vida; Dylan Thomas, el Neruda de las Residencias, T.S. Eliot, E.E. Cummings, José Ángel Valente, Sylvia Plath, Tomas Tranströmer, Javier Egea, John Keats, el Juan Ramón “recién casado”, Alejandra Pizarnik, Aleixandre en cualquiera de sus etapas, Emily Dickinson, Marina Tsvetaeva… Como anunciaba al inicio, siempre resulta imposible de decir, es imposible quedarse a gusto con una respuesta.

FSM.- ¿Cuándo podemos decir que estamos ante un buen libro poético? ¿Qué características –según tú- tiene que tener un poemario para que digamos que tiene calidad?

A.J.- Asumiendo la obviedad de que cualquier criterio, por fundado que esté, es obra y víctima de su contexto y su perspectiva, entiendo que una obra se puede nombrar como tal si refleja ese respeto al oficio del que hablábamos antes; en cuanto a su calidad, considero clave que posea esa capacidad de comunicación, esa habilidad para golpear al quien la lee o escucha, aunque no comparta la técnica o no entienda algunos intertextos… Conmover a quien recibe el poema –empezando por el propio autor- está por encima de otros indicadores más palpables o evidentes.

FSM.- ¿Cuál es tu libro de poemas favorito?

A.J.- Sería injusto decir que es mi favorito, que está por encima de otros, pero por diversas circunstancias, por su presencia, compañía y complicidad, me quedaría con las Elegías de Duino de R.M. Rilke.

FSM.- ¿Qué nos enseña la poesía a diferencia de la narrativa?

A.J.- Como colijo de tu pregunta que no te refieres a cuestiones teóricas, sino que me propones un viaje a lo profundo, te explico, humildemente, de qué manera vivo yo esta distancia entre un medio y otro.
Aunque aquí los horizontes –lo comentábamos al principio de este encuentro- son demasiado difusos por aquello de la pulsión común, siempre he percibido la poesía o más bien “lo poético” como una conexión más directa con un yo íntimo por cuanto es capaz de sintetizar estados de ánimos en una estructura perfecta para ello… Yo siempre he tenido la prioridad de “contar” una historia pero elijo el verso cuando esta se construye sin intervención de cotidianeidades, que sí pueden estar perfectamente pero que lo hacen filtradas. Nos permite “expandir” una emoción, un pensamiento, con anclajes distintos, igualmente anclajes, pero que permiten una mayor fluidez hacia el abismo.

FSM.- Ángela, también desarrollas una actividad paralela en el mundo de la cultura en televisión y en la prensa escrita, ¿en qué medida te fortalece esto para tu desarrollo personal y cultural?

A.J.- Para empezar me conecta y reengancha con la necesidad de escribir, leer, seguir aprendiendo, cuando el peso de la obligación impide respirar en otra atmósfera que no sea la de hacer frente a nuestras responsabilidades “externas”; gracias, tanto a la radio y prensa escrita como a la televisión, he encontrado el equilibrio entre la pasión y el deber, permitiéndome además seguir disponiendo de esos momentos, no ya de encuentro privado con el verso sino de enriquecimiento gracias a las personas que visitan el programa, gracias a los libros que debo reseñar. Además, el directo de la televisión, es un antídoto natural contra todos los miedos posibles; por eso, superarlo y tratar de mejorarlo, cada día, llena tantísimo, como persona y en el ámbito puramente profesional.

FSM.- Para acabar le pedimos a todos nuestros colaboradores que nos dejen uno de sus poemas y nos expliquen por qué lo han elegido. ¿Podrías tú, por favor, dejarnos uno y explicárnoslo? Muchísimas gracias, Ángela.

A.J.- Elijo un poema que escribí expresamente para el número especial primavera de 2012 para la revista de la editorial Mitad Doble, con la cual he tenido la fortuna de colaborar en otras ocasiones; además de su cercanía en el tiempo, la escojo porque, de un lado, me interesa destacar y recomendar este ejercicio de encontrar en el encargo una manera de seguir dando pasitos –un poema sobre café y cigarrillos- y de otro, aborda un asunto que suele ocupar gran parte de lo que hago, las relaciones de pareja en puntos críticos.
Por lo demás, Fernando, un millón de gracias por estos momentos de poesía, ha sido maravilloso y te reitero mi enhorabuena por el trabajo que desarrollas a través de la web; un ejemplo a seguir, de verdad. Gracias también a todos los que hayáis decidido acompañarnos en esta entrevista, espero que no me haya extendido en exceso y que os guste el poema. Besos y hasta pronto



Descartado delito. Caso cerrado (body bag´s lovers)

Letal contorsión de la cerviz. Previo diagnóstico.
(pesa todo tanto, que piso las ascuas monóxidas
de “la última en tu casa o en la mía”, acuchillo
bajo talón el deseo a que esta bruma venenífera,
te paralice, rodilla a fango, suplicante).

Levantamiento de los cadáveres.

(quisiera quedarme, que te quedaras incorrupto
por este formol de nicotina, justo antes
del “no es culpa tuya sino mía”, desespero
por abrirme hueco entre tus vísceras
o, en su defecto, burlando a los gorilas y a la niebla,
pero me cicatrizo, inánime, a la silla por cobardía
y me finjo latente aún por reacción al torrefacto).
Traslado imposible del cuerpo. Ocultamiento plata de seguridad.

(cae el telón, sfumato de ti y mi ansia se desploma
Ante tu necesaria mascarada de plañidera a sueldo,
Por fin me atrapa la falsa losa de los años, me (mal) digo, muda,
Con tópicos de cantautor–barras de bar que asesinan semidiosas gran reserva,
victimistas de culebrón, con el rímel a plein air, el corazón perforado-,
Me avejento como aquella cariátide sin policromía, comatosa de excesos
Que una vez fue reina coronada del instituto y hoy mendiga abrazo y copa,
Buscando, a ras de vertedero, todavía vida al filo de tus empeines).

Informe de la autopsia. Causas del deceso.

(cortado e hirviendo, tú y yo, adivino –puedes corregirme-
Que te fumas los dedos y escondes que son versos de otro
Los que agrietan mi espalda de barro, los que arañan
tu silueta pixelada tras la vidriera metal y el alquitrán,
que de pálpito sólo me dejo esta quietud de sombra sobre cirio
sólo femenina esbeltez por las garras adireccionales de tu ardida picadura,
sólo tacones de rendición rabiosa que devastan y tiñen mis tobillos,
Nada resta de ti, salvo tú, desfigurado en este frente a frente post mórtem,
Nada tras la calada que abrasa, el sorbo empachado que tirita,
Únicamente el tic en la pierna esperando el tac
Y, otra vez, la dignidad y el valor en los posos
otra vez, amantes de tumulto funerario,
–pierde quien se levante primero-…
otra vez, “no me dejes, te perdono”,
tac, “no me pidas eso”,
otra vez, tic).



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