FSM.- Cuando echas la mirada hacia atrás y recuerdas tus primeros pasos en la poesía, ¿qué recuerdos te vienen a la memoria?
AJ.- Se me aproximan dos momentos: uno, el que representaría la edad de veinte años, en la que ya escribía poemas, los que leía a amigos cercanos; lógicamente era una etapa insegura y en la que me llenaba de vanidad el que me los elogiasen. Otro momento, al principio de los años 80, cuando me empiezo a relacionar con poetas. Acudía a tertulias en las que se hacía crítica, y comentarios de todo lo leído; allí es donde empiezo a preocuparme de la técnica, la musicalidad, con las que realmente se debe escribir un poema. Tuve suerte, ya que conocí allí a varios poetas que me merecen alto respeto.
FSM.- ¿Cuándo y cómo te das cuenta de que verdaderamente la poesía es ya una vocación a la que no puedes renunciar?
AJ.-Entiendo que fue en éste segundo momento, que acabo de referir anteriormente, en el que creo que escribir poemas es una manera de pensar y de sentir; es un modo de vida. Realmente hacer poesía, es ver el mundo tuyo, manifestar tus impulsos, tu sentimiento, mediante ese lenguaje por el que optas, y que está lejano del cotidiano, del coloquial, del narrativo propiamente dicho.
FSM.- Alfredo, tú eres cofundador del grupo Astro de poesía, ¿qué te ha aportado pertenecer a un grupo poético?
AJ.-Hacia el año 86, un grupo de poetas, que pertenecíamos a las tertulias literarias ya mencionadas, decidimos crear nuestra propia Revista Literaria. También una colección de libros, pues contábamos con editorial propia; con anterioridad, habíamos constituido el Aula de Cultura Astro, con la que pretendimos fomentar y difundir Cultura en nuestra ciudad. Allí estábamos Encarna García Higuera, Soledad Zurera, y yo mismo, después vinieron Antonio Varo Baena y Pilar Sanabria. A todos nos unía la amistad, y el impulso poético del que ya hemos hablado. Sentimiento que seguimos manteniendo vivo; eso es valiosísimo y enriquecedor a nivel personal. Nos ha hecho compartir muchas cosas, sobre todo el tiempo, y el afán de seguir en este menester.
FSM.- De tu obra poética, ¿con qué libro o libros te identificas más y por qué?
AJ.- Hay tres momento, tres libros que lo marcan: “ Mar de Liturgias”, mi primer poemario, el que me dio pistoletazo en esta trayectoria. “ Mester de Amante”, en el que me manifiesto como poeta de oficio, poeta que ha encontrado su camino, y “Paraíso Perdido” en el que creo que mi lenguaje se desnuda, para dar paso prioritario al sentimiento lírico.
FSM.- ¿Para qué crees tú que sirve la poesía?
AJ.- Podría asegurar que es un género para poetas, sólo somos los poetas, quienes lo leemos en profundidad, desde el afán de extraer todo su jugo. Es un nobilísimo Género. El más bello de todos, los tradicionalmente aceptados. Es un género plástico, que incita a la reflexión, y a la sugerencia. Es un género que invita la analítica del contenido. por ello es, que tenga menos lectores que otros géneros. El lector, en líneas generales, prefiere no complicarse la vida, y es por lo que prefiere la Narrativa, donde casi todo se da hecho.
FSM.- ¿Podrías darnos tu propia definición de la poesía?
AJ.- Podríamos intentarlo; ya lo he hecho por obligación, cuando he sido ponente al respecto, impartiendo ideas. Cuando como docente me ha correspondido hacerlo. Podríamos atender su genealogía, y ello nos serviría, nos ayudaría. Pero no voy a dar otra definición más de cuantas haya; seguro que incurriríamos en pedantería y tópicos. Creo que la poesía se define así misma, cuando está expresada en versos, y éstos no son otra cosa, que flóculos diminutos del alma del poeta que los expresa.
FSM.- ¿Cómo trabajas la poesía? ¿Te sientas y te disciplinas y esperas a qué venga la inspiración o solamente escribes cuando te viene la idea de un poema?
AJ.-No encuentro una manera sistemática para escribir. Casi siempre escribo en la noche, cuando nada me interfiere. Quizá sea la noche la que me aboque a la inspiración, o cuando me acuden las ideas. Luego viene la segunda parte, la parte más sacrificada, la de dar la forma oportuna a cada poema, a cada libro.
FSM.- En Córdoba hay cientos de poetas que buscan un hueco en la poesía, ¿crees que hay cabida para todos, y dime qué te parece el panorama poético de nuestra ciudad?
AJ.- Sí, Córdoba está llena de poetas; de sus atarjeas parece que fluyan los poetas. Si buscar un hueco significa empujar, dar codazos para aparecer en ese hueco, eso me parecería más que aparecer en el panorama poético, formar parte de una batalla campal, una lucha libre. No sería esa la auténtica función que yo le guardo al poeta. El poeta debería disfrutar escribiendo y madurando, para hacerse como tal; es cierto que debe darse a conocer, pero contando con que tenga algo para dar, y ese algo se consigue con buena obra y buen trabajo. Al poeta no debe faltarle ni el presente, ni el existencialismo. El futuro, la posteridad, Dios la dirá….O no la dirá jamás.
FSM.- ¿Qué poetas han dejado una influencia en tu poesía? Y dime, ¿cuáles son esos poetas a los que relees una y otra vez?
AJ.-Después de tanto tiempo, he tenido posibilidad leer a muchos/as. Leo a todos/as mis contemporáneos/as. No suelo releer al mismo poeta sino cuando viene al caso y puntualmente.
FSM.- Y dinos algo para nuestros lectores, ¿por qué crees que debemos recomendar que se lea poesía, qué nos aporta?
AJ.- Como docente siempre he procurado inculcar la lectura de poemas; la he procurado de manera diferente a la académica, a tradicional, que llegó a ser encontrada aburrida y tópica. Suelo sugerir de manera inductiva, que el poema sea leído colectivamente en el aula, con frecuencia iniciado por el propio docente, y desde esa lectura extraer sugerencias; las más atractivas para el alumnado. Hacerles a la postre percibir el sentido de belleza y la musicalidad, ya que así desarrollaremos capacidades que están interiorizadas.
FSM.- Muchas gracias, Alfredo por prestarte a contestar estas preguntas. Y para acabar podrías dejarnos uno de tus poemas preferido y explicarnos por qué has elegido este poema?
AJ.- A veces me cuesta discernir cuál es el poema más adecuado para el lector, ya que, como creaciones mías, todos tienen su cuadrícula en mi interior. Os elijo éste, creo que consigue ser muy visual, cualidad de evidente valor para la intención poética.
DONDE EL SILENCIO ACECHA
Una fuerza telúrica me lleva hasta el lugar
que hoy está tupido por la grama;
deambulo largamente, como lo hiciera un alma
sigilosa y descalza.
En la espalda percibo la celada del aire,
sonará entre las cañas cencidas por la sed.
En la orilla aletea el ave de la tarde,
domeña con sus alas de rapaz moribunda,
el resplandor cobrizo que nos marca el poniente.
Entonces no es posible, para el alma,
sino la paz inmensa que se extiende a lo ancho;
se borrará despacio la silueta
de todo lo lejano.
Es muy triste la muerte del camino
cuando vela en su fondo
aquel espacio íntimo que habita en la memoria.
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