FSM.- José Luis, eres poeta y ensayista, ¿qué supuso y qué significó para ti escribir el libro Caligrafía del fuego, además de que fue premio Internacional de Investigación Literaria Gerardo Diego?
JLR.- Supuso, ante todo, profundizar en la poesía de mi maestro Pere Gimferrer. Y también demostrarme a mí mismo que era capaz de teorizar sobre la poesía que siempre me ha gustado: la tradición visionaria de Lorca, Rimbaud, Dickinson o el mismo Gimferrer.
FSM.- ¿Desde cuándo tienes conciencia del hecho creativo de escribir poesía? Cuéntanos esa evolución hasta sentirte un poeta que ya es consciente de que tiene una vocación asentada de escritor.
JLR.- Yo escribí prosa durante mi infancia, desde los ocho a los catorce años. Cuando cumplo esa edad, catorce años, el don de la adolescencia trae de la mano la poesía. El primer libro de poemas que leí fue Romancero gitano, de Lorca, y quedé deslumbrado para siempre. Quise, eso sí, adiestrarme en la métrica y en la tradición estrófica española: los primeros poemas que escribí fueron sonetos, romances, décimas… Existe una edición no venal titulada Primeros poemas, donde recojo parte de la poesía que escribí en mi bienaventurada adolescencia.
FSM.- Has escrito ya unos cuantos importantes libros de poesía como –por nombrar algunos- La familia nórdica, Barroco, etc. ¿Cómo es tu proceso de construcción de un libro de poemas? ¿A qué aspectos del poemario atiendes más para buscar mejores resultados?
JLR.- Pocas veces imagino el libro de poemas como unidad; eso ya lo hice en el extenso ciclo poético titulado La luz y la palabra. A partir de La familia nórdica, donde creo que ya está presente mi voz, es cuando me comienza a interesar más el poema que el libro. Por ello, se podría decir que no escribo libros, sino poemas.
FSM.- José Luis, dime, ¿qué es la poesía y para qué sirve?
JLR.- La poesía es el ansia de plenitud que sienten ciertas personas a lo largo de su vida y sirve para vivir esa vida con mayor conciencia del milagro y de esa misma plenitud.
FSM.- ¿De qué poetas has aprendido y cuáles son tus maestros?
JLR.- Comencé, como ya he dicho, leyendo a Lorca. Fue mi primer maestro, a los que habría que añadir, entre los hispánicos del siglo XX, a Juan Ramón Jiménez, Neruda, Claudio Rodríguez, Blas de Otero, Gimferrer y Carnero. Entre los extranjeros, me gustaron pronto poetas como Eliot, Shelley, Keats, Dickinson, Rilke y el gran Rimbaud.
FSM.- ¿Cómo ves la poesía que se hace en este momento en España?
JLR.-Hay una generación en activo muy valiosa: la de los Novísimos. De mi generación, muchos prefieren ser epígonos de la poesía de la Experiencia. Hay muchos poetas malos en mi generación, pero hay también otros muy buenos: Pérez Azaústre, Javier Vela, Antonio Lucas…
FSM.- Has ganado importantes premios literarios como el Jaime Gil de Biedma o el Loewe ¿Cuál de todos tus poemarios te ha hecho sentir que has llegado a lograr un buenísimo libro y por qué? O mejor dicho, ¿con cuál te sientes más satisfecho?
JLR.-Me siento satisfecho de toda mi poesía desde La luz y la palabra en adelante. Pero siempre intento conseguir algo más, llegar más lejos, no detenerme en lo que ya he escrito. Por ello, el mejor libro siempre está por llegar.
FSM.- ¿Cómo crees tú que se aprende más, leyendo poesía o escribiendo poesía?
JLR.- Se puede leer poesía sin escribir poesía, pero no se puede escribir poesía sin leer mucha poesía. Leer es lo fundamental; después, escribir y, además de escribir, intentar tener claro cuál es la estirpe a la que pertenecemos como creadores.
FSM.- ¿Cuál crees tú que es la misión de un poeta, si es que crees que tiene alguna?
JLR.- La misión de un poeta es hacer más hermosa la vida, más plena, más útil, dotarla de mayor sentido gracias a la palabra poética.
FSM.- Hay muchos poetas jóvenes como tú o incluso más mayores que tú. ¿Podrías sugerir algunas ideas para que progresen en su camino de poetas?
JLR.- Lo que ya he dicho: leer mucho y saber cuál es el camino que ha de escoger cada uno.
FSM.- Y para acabar porque no quiero abusar de tu valioso tiempo, podrías dejarnos un poema al que le tengas una especial consideración para los lectores de Paraninfo Poético. Muchísimas gracias y enormemente agradecido.
JLR.-Muchas gracias a ti, Fernando. Y enhorabuena por tu blog. Os dejo un poema inédito. Un abrazo.
MI LUCHA CON LA MOSCA
Ángel mío, ¿me anuncias mi mañana?
Anúnciame también otro esplendor.
Ángel negro y sonoro, tartamudo,
¿qué sol has visto en mí
que me cantas y el mar nos ha cercado?
Qué solos estamos, ¿verdad?
Qué solos estamos.
De mi cuerpo al cristal, el paraíso
es tu misión que zumba, tu ovillo peligroso.
Tanto luchamos y ninguno puede
abrir esa ventana.
Ni tú ni yo veremos quién te envía
a escribir en mi piel con tus espadas, con los dedos de Ruth.
Mi familia marchó, yo luché con la mosca.
Una mañana y una tarde y un día
estuve luchando con ella.
Se rompieron los sellos más líquidos de otoño.
Detrás de la ventana era amarilla
la eternidad.
Y el oro peregrino
se detuvo en las cofias asombradas
de las muchachas belgas al salir del sermón.
Nada supe después, nada aprendí,
sino una montaña
transparente, un alud de leves huesos
hacia arriba, rocío del milagro.
Yo que pude haber visto
el temblor de la eterna primavera,
yo que pude haber sido
otro ángel más dócil,
tuve sólo la gloria de luchar
al borde del Edén.
Si vuelves, mosca mía, si regresas
de pronto y ya no estoy,
si acaso duermo en una calabaza,
despiértame, exterminio,
despiértame sonando, clarín de Apocalipsis,
mi azul revelación.
Y yo, que aguardo el día, lucharé,
yo que espero la gracia.
José Luis Rey
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