El día 12 de febrero se presentó en el Círculo de la Amistad de Córdoba el nuevo libro de Fernando Sánchez Mayo, que fue el XXVIII Premio de Poesía Juan Bernier, que convoca el Ateneo de Córdoba. El acto lo presidía en la mesa el Concejal de Cultura Juan Miguel Moreno Calderón, el presidente del Ateneo, Antonio Varo, y el poeta y presentador del acto Alfredo Jurado Reyes.
A continuación entresacamos algunas de los aspectos que ha desgranado Alfredo Jurado de la poesía de Sánchez Mayo. Y dice: Sánchez Mayo se acerca en su poesía a la ideología metapoética.
No
olvidemos tampoco, que nuestro autor es un poeta al que se le deduce una
formación grecolatina, y que a lo largo de sus publicaciones subyacen los
pilares de dicha cultura.
En
algunas de sus entregas ha rendido culto al amor, pero en líneas generales, es
un poeta de sentimientos, y que de tal modo procede, ya que con frecuencia, de
una u otra manera, va desnudando su intimismo. Se
le contempla un talante positivo, y en sus poemarios parte del “yo” hacia los demás. Su
lenguaje es directo, y predomina la primera persona.
Para
Fernando, la poesía es una prolongación de su propia realidad; ya
que sin poesía nuestra razón de ser no tiene cometido. Se
percibe en su poesía un profundo afán por lo transcendente, y cierto poso de la
poesía arábigo andaluza. Tal
como lo hizo en su momento el poeta Ibn
Suhayd en “ idiolecto”, nuestro autor
nos ofrece sus poemas como una joya deleitosa. Me atrevería a decir que uno de
sus fines es el de impresionar al lector para embaucarle, y para suscitar su
imaginación, extendiéndole su tapiz poético.
Circunscribiéndonos
al libro que esta noche nos presenta, “ UN ACTO MÍNIMO”,
se
vierte con cada una de las características expuestas; se
intuye que el camino de la vida es largo, y que a veces se torna doloroso,
buscando el horizonte que nos lleva al final. Mas no miremos hacia atrás, para no trasmutarnos en estatuas de sal; es
hermoso esponjarse de las cosas de la vida, aquellas que nos forman, aquellas
que nos moldean, ¡pero qué efímero se nos hace el camino! Hurga
Fernando en el universo de su “Acto mínimo”, y se observa en él un intimismo
que le desgarra. / Cantemos a la muerte /a
ese tránsito y su belleza que espera / en la estación de lo desconocido /
En
la primera parte, “ VARIACIONES DE LA
MUERTE ”, es donde el
poeta se manifiesta en un plano mas
personal y emotivo.
En
la segunda parte, “EGREGIAS MUERTES”
rinde homenaje a personajes y mitos de la historia, que de algún modo
dejaron huella en nuestros días.
Es
en esta parte donde el autor ejerce un papel más contemplativo, se aleja de la
primera persona, se extiende tanto en el metro como en el número de versos y ejerce
una función más narrativa.
A continuación le dejamos con un par de poemas del libro.
HIMNO A LA MUERTE
Cantemos a la muerte,
al momento exacto en que partiremos
de esta nada irrepetible,
a ese lugar extraño que nos rapta la materia,
a ese ataúd de luz
que nos espera en su interior como un relámpago
donde reposaremos con la intención del universo
escrita y atada a la eternidad
de lo que vibra y se mueve
llevándose de nosotros la esencia invisible de nuestro ser.
Cantemos a la muerte,
a ese tránsito y su belleza que espera
en la estación de lo desconocido
como una bocanada de aire amarillento de tanta tarde,
de tanto clamor
elevándose por el cielo de los días sin retorno.
Cantemos a la muerte,
a su resurrección hecha cenizas
y al calor de su nieve
y cuyos despojos vuelan por los campos del olvido y su memoria.
Y si nos asalta el miedo a ser arena en el desierto marrón opaco
que descansa en las llanuras moribundas de una especie,
y si la brisa fría del inmenso mar profundo
nos angustia mirándonos
con los ojos helados por el terror de tanta oscuridad,
gocemos
al saber que una liberación nos salva de vivir aquí para siempre,
que la eternidad vive en nosotros
como una odisea vive en el tiempo del tiempo
y que morir es solo un acto mínimo,
una transición momentánea y efímera
que apenas duele en las percepciones.
Cantemos a la muerte,
al momento exacto en que partiremos
de esta nada irrepetible,
a ese lugar extraño que nos rapta la materia,
a ese ataúd de luz
que nos espera en su interior como un relámpago
donde reposaremos con la intención del universo
escrita y atada a la eternidad
de lo que vibra y se mueve
llevándose de nosotros la esencia invisible de nuestro ser.
Cantemos a la muerte,
a ese tránsito y su belleza que espera
en la estación de lo desconocido
como una bocanada de aire amarillento de tanta tarde,
de tanto clamor
elevándose por el cielo de los días sin retorno.
Cantemos a la muerte,
a su resurrección hecha cenizas
y al calor de su nieve
y cuyos despojos vuelan por los campos del olvido y su memoria.
Y si nos asalta el miedo a ser arena en el desierto marrón opaco
que descansa en las llanuras moribundas de una especie,
y si la brisa fría del inmenso mar profundo
nos angustia mirándonos
con los ojos helados por el terror de tanta oscuridad,
gocemos
al saber que una liberación nos salva de vivir aquí para siempre,
que la eternidad vive en nosotros
como una odisea vive en el tiempo del tiempo
y que morir es solo un acto mínimo,
una transición momentánea y efímera
que apenas duele en las percepciones.
¿QUIERES MORIR CONMIGO, AMOR?
¿Quieres morir conmigo, amor,
ahora que la luz brilla en nuestros ojos,
ahora que el deseo es posesión
y la carne domina a la otra carne,
ahora que caminar juntos fortalece los pasos
y decir sí es un ímpetu de la razón que habita en la locura?
¿Quieres morir conmigo, amor,
igual que mueren las ballenas varadas en la playa
de un poniente imaginario,
como la lluvia muere sobre el asfalto
de una ciudad herida por la derrota,
como muere el deseo de una lenta brisa
cuando llega la calma,
como mueren las caricias en el borde final de los cuerpos?
¿Quieres morir conmigo, amor,
ahora que un fuego incendia nuestro cuarto,
ahora que nuestro lecho arde
con la llama roja de los héroes
y estamos fundidos en un abrazo de íntima entrega?
¿Quieres morir conmigo, amor?
¿Quieres morir conmigo?
¿Quieres morir conmigo, amor,
ahora que la luz brilla en nuestros ojos,
ahora que el deseo es posesión
y la carne domina a la otra carne,
ahora que caminar juntos fortalece los pasos
y decir sí es un ímpetu de la razón que habita en la locura?
¿Quieres morir conmigo, amor,
igual que mueren las ballenas varadas en la playa
de un poniente imaginario,
como la lluvia muere sobre el asfalto
de una ciudad herida por la derrota,
como muere el deseo de una lenta brisa
cuando llega la calma,
como mueren las caricias en el borde final de los cuerpos?
¿Quieres morir conmigo, amor,
ahora que un fuego incendia nuestro cuarto,
ahora que nuestro lecho arde
con la llama roja de los héroes
y estamos fundidos en un abrazo de íntima entrega?
¿Quieres morir conmigo, amor?
¿Quieres morir conmigo?
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