FSM.- Matilde, en 1991 publicaste tu primer libro de poemas titulado El fruto de aljamía, ¿qué es este libro y qué significó para ti entrar en la nómina de poetas que rápidamente comenzaron a tener en Córdoba un prestigio?
MC.- Es el prólogo a
las dos vertientes que tomaría mi poesía: al-Ándalus y la infancia en los 60. Cuando
se publicó ya había sido premiado un año antes en Baena, entre otros, por
Vicente Núñez a quien le pareció original y profundo; desde un primer momento
se interesó vivamente por aquel libro y por lo inédito. De ahí nació nuestro
cariño mutuo y mi profunda veneración por obras como Ocaso en Poley que ya
citaba en mis poemarios. Poco después, la crítica de Guillermo Carnero en el mismo sentido, cuando
me otorgó el Mario López, también fue decisiva en esa consideración de la que
hablas. Desde luego nada hubiera sido posible sin el ánimo y la ayuda de mi maestra,
Juana Castro, que rompió con toda mi timidez y miedo a publicar. Fue decisiva
para mí.
FSM.- Más tarde
publicaste Las teas de la tarde, Azul reflejo, Tres cantos para un niño oscuro,
La tierra oscura, y todos ellos avalados por premios como el Luis Carrillo de
Sotomayor, el Mario López o el Rosalía de Castro. ¿Con qué libro o libros te
sientes más identificada o satisfecha y por qué?
MC.- Todos tienen una razón y marcan una evolución. Concibo
la poesía como un ejercicio de introspección sincero, nunca como oficio, trampolín o producto curricular. ¿Satisfecha,
dices? Si me guío por los poemas que sigo leyendo con placer, quizá La tierra
oscura, el último publicado, que es decir infancia; esa forma peculiar de mirar
la infancia que ya estaba en los anteriores y, hasta me atrevo a decir que ha
tenido un cierto poder de influencia en la poesía femenina cordobesa posterior.
Pero eso lo dirá el tiempo, si alguien tiene ganas de analizarlo un día.
También me ha ilusionado mucho una antología publicada en 2012 (La isla de
Siltolá, Sevilla): Poesía de la Luz. Poetas de Puerto Real, mi pueblo donde
siempre han estado atentos a lo que escribo.
FSM.- ¿Cómo fue ese cauce que te llevó a ser una poeta en
activo?
MC.- Si por activo se entiende publicar, fue casual como decía antes. Si
activa es escribir, lo soy desde que tengo memoria de mí misma. La poesía,
superada la etapa pre y adolescente, ha sido intermitente, con largos espacios
de silencio y otros, aún más largos, de convalecencia. Siempre tengo poemarios
inéditos, sin prisa por publicarlos; me da pereza todo lo que de “requisitos”
extra poéticos implica; de ahí que se me puede considerar eso que llaman “poeta
tardía”, no por actividad sino en la publicación.
FSM.- ¿Qué te ha dado
la poesía?
MC.- Su lectura me ha
permitido el acercamiento a autores imprescindibles para alimentar ese
“ser-ahí” de Heidegger o lo que Aristóteles llamaba psyche; su escritura me ha dado
la herramienta imprescindible para ese “conócete a ti mismo” que
aconsejaban los sabios griegos. Me ha ahorrado consultas de psicólogos,
sensaciones de soledad o aburrimiento; me ha dado amigos, algún enemigo,
algunas respuestas. Como escritora, todo. En mi opinión, si se sabe escribir
poesía (auténticos versos, digo) lo demás es “hacer ganchillo”, que decía
Vicente cuando escribía sonetos. A nivel profesional, cuando la noticia del
primer premio llegó al diario Córdoba, asociaron mi nombre con el de la muchacha
que enviaba artículos y de ahí vino la
propuesta y el compromiso de convertirme
en columnista, corresponsal, reportera…en la “todo terreno” que dicen
mis directores, y han pasado ya 23 años ininterrumpidos desde entonces.
FSM.- No solo has
cultivado la poesía, sino que también has escrito narrativa con dos importantes
libros como Wallada. La última luna, publicada por la editorial Almuzara. Y El
libro de las parturientas publicado por la editorial Puntoreklamo. ¿Podrías
hablarnos de estas dos novelas?
MC.- En Wallada me planteaba dos retos: romper con el silencio que, salvo
tópicos y pseudo- fantasías “moras”, se cernía sobre ella y estructurarlo en
prosa poética y verso, justamente en el estilo de El collar de la paloma de Ibn
Hazm, ejemplo de lo que podríamos llamar la “reválida” de los poetas
andalusíes. En mi opinión logré el propósito. Fue la primera biografía de
Wallada y marcó su perfil; desveló, entre otros, sus rasgos físicos, opuestos a
los que, hasta entonces, le atribuían los artículos y opúsculos sobre ella.
Todo lo que dice el análisis en profundidad de la poesía de ambos. Desde las
primeras ediciones en español (Ahora 2000 y Almuzara 2005) hasta la última en
italiano (Castelvecchi, Roma 2011), es un libro que se vende solo, como
auspició Pimentel cuando me propuso una segunda edición en su editorial y,
efectivamente, me ha llevado a Cuba, EE.UU. o Italia; se ha analizado en las
aulas de la Universidad de Albany (Nueva York) y en algunas francesas. Él sólo,
sin más tarjeta de presentación ni gestión que el libro mismo. Se gestó durante
un quinquenio de lecturas de crónicas, poesía andalusí, ensayos y manuales de
Historia, facilitados muchos de ellos por
Feliciano Delgado, entonces compañero de páginas en el diario local; sin
embargo, el archivo de El libro de las
parturientas es mi propia memoria y mis paisajes sentimentales recubriendo la historia de Salud. Es de lectura y elaboración
más fácil, muy cercano y va ya por la 2ª edición. Tiene la peculiaridad de
gustar por igual a los alumnos de las escuelas de adultos (donde tiene un
público numerosísimo e incondicional), como a los lectores más “curtidos” en
novela y ensayo. La editorial El Páramo (Puntoreklamo) cuida mucho las ediciones
y a sus autores; quienes hemos sufrido el caudillismo cultural y sectario de
los años 80-90 en Córdoba, sabemos que tenerlos es un lujo para esta ciudad.
FSM.- Volviendo a la poesía. ¿Podrías darnos una definición
de lo que es para ti poesía?
MC.- Para
mí es una forma de sentir, expresar y padecer la vida; una manera de revelarme
frente a lo que no comprendo, de despejar una duda existencial a cambio de
asumir millones más. Es un estado de ánimo y una actitud ante la vida que cada
día me obliga a replegarme más, a “endiliarme” lejos de todo lo que no se
parece a la poesía, para plegarme al capricho de “la ramera” (y de nuevo cito a
Vicente). Cuando este caos en el que nos
sumerge cristaliza en la estética, es poesía. Lo demás es prosa o pretensión.
FSM.- También eres
columnista del periódico El Día de Córdoba, guionista y presentadora de TVM,
¿qué te aportan estas actividades en tu tarea como escritora?
MC.- A Córdoba, a su
historia, a su cultura, a su patrimonio y sobre todo a sus gentes, he dedicado el cien por cien de mi trabajo
profesional y literario, tanto en los medios de comunicación como en narrativa
y en poesía. Estos 23 años ininterrumpidos, a pie de calle, en hemerotecas y
bibliotecas, me han proporcionado como es lógico, un profundo conocimiento de
Córdoba. Los reportajes de Así somos
en la TVM, por poner un ejemplo, están
escritos calle a calle y paso a paso, tras consultar la bibliografía correspondiente.
Y tenemos más de 1.000 emisiones, sin mencionar las más de 2.000 publicaciones
sólo de reportajes en prensa o las guías sobre la ciudad dentro y fuera de El
Día de Córdoba. Esa riqueza está ahí y
aflora, como es natural, tanto en la forma como en el fondo de lo que escribo.
No creo que se pueda escribir (bien, digo) de lo que no se conoce ni se siente;
cuando se hace desde el sentir de otro, siempre se percibe como un mal plagio. De ahí el cariño que percibo, me
siento muy querida en Córdoba; porque esta
ciudad sigue siendo discreta, como la vio Baroja, y excesivamente educada, pero
también tremendamente sensible e intuitiva. No se la engaña aunque calle.
FSM.- También perteneces al Colectivo abierto de poetas
cordobesas. ¿Cómo crees que está la situación de las igualdades entre los
hombres y las mujeres en este momento?
MC.- El Colectivo
abierto de poetas fue una iniciativa de Juana Castro que creamos apoyadas por
las mujeres de la UCO, María José Porro entre ellas. Estos dos nombres son, en
mi opinión, un garante del espíritu que lo impulsó. Uno de los objetivos era
dar “visibilidad”, que se dice ahora, a mujeres silenciadas y abrir las puertas
a nuevos valores. Antes y después del tiempo en que me tocó presidirlo,
consolidamos iniciativas muy interesantes. Respecto a la igualdad, opino
que, a pesar de los avances, sigue existiendo
una barrera alzada por distintos factores: por cierto estereotipo de mujeres en publicidad, cine o medios de
comunicación; por la incapacidad de nuestras representantes políticas de crear
posturas realmente femeninas, en lugar de sumarse a lo que hay y, desde luego,
no se logrará el principio de igualdad mientras no rompamos con ese concepto
altomedieval del atractivo físico como arma para situarnos.
FSM.-
¿Cómo ves el panorama de la poesía en Córdoba en este comienzo del siglo
XXI?
MC.- Como
he comentado tantas veces, Córdoba es la única ciudad que puede presumir de
tener cinco generaciones de poetas vivos. Aquí la poesía ha sido, desde el
siglo X que yo haya constatado, un valor reconocido; somos una ciudad de
poetas. Cántico nos dejó (y afortunadamente seguimos teniendo a Pablo), una buena nómina y dos o tres voces grandes;
lo mismo empieza a suceder ya con la generación que conocí en los 80 entre los
que tenemos, tanto en ellas como en ellos, referentes nacionales e
internacionales. Opino que estamos en tiempo de reconocer a esas y esos poetas.
Pero sabemos que, en poesía –salvo alguna excepción-, nunca se conoce la gloria porque cuando te la
otorgan estás muerto o te han matado lentamente. De las generaciones más
novísimas, es pronto para saber; lo que percibo lo expresa suficientemente esta
reflexión de Séneca a Lucilio: “Sobre los
que buscan la sabiduría:
Pitágoras obligaba a sus discípulos a cinco
años de silencio. ¿Creéis que les permitiría hablar y
pronunciar elogios desde el primerda? ¡Qué locura la del filósofo que
se regocija de los aplausos que le tributan los ignorantes después de oírle el primer día!
¿Qué satisfacción puede recibir de las alabanzas de gentes a quienes no puede
alabar él?”
FSM.- Para finalizar quiero agradecerte tu colaboración en
Paraninfo Poético y pedirte que nos dejes aquí un poema y nos digas por qué lo
has elegido. Muchas gracias.
MC.- Es la primera
sensación, el primer poema que anoté en mi cuaderno cuando me autoexilié a
Extremadura, tras 20 años de ausencia. Allí escribí Cenizas de otro Sur y La
tierra oscura y éste es el principio.
Si vuelves no preguntes.
Si vuelves,
ve en silencio a buscar tu paisaje.
Verás que
te responde.
Y no preguntes.
Calla.
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