FSM.- Basilio, acabas de publicar
el reciente premio Ciudad de Córdoba “Ricardo Molina” con Cristalizaciones. ¿Qué representa para ti un nuevo e importante
premio en tu haber?
BS.- Me siento muy honrado. Es un
privilegio, además, que mis nuevos poemas aparezcan ligados a una ciudad como
Córdoba y a la memoria del gran poeta de Cántico
Ricardo Molina
FSM.- Me ha parecido leer que has
dicho que Cristalizaciones es un libro que habla sobre la fragilidad, ¿podrías
explicarnos a qué te refieres?
BS.- Cristalizaciones es un libro que indaga en la fragilidad de la
doble naturaleza del poeta, la del hombre y la del escritor, y que busca en la
poesía no un reflejo del mundo o de nosotros mismos, sino la transparencia que
permite percibir a través de ella la realidad del mundo, esa realidad objetiva
que constituye nuestro espacio moral.
FSM.- De todos tus poemarios
publicados por cuál sientes una especial predilección y por qué.
BS.- Quizás La mirada apacible, porque es el libro en el que el tono personal,
mi manera de relacionarme con las palabras y, a través de ellas, con el mundo, se
me empieza a hacer visible
FSM.- ¿Qué te aporta escribir
poesía?
BS.- Podría decir que la poesía
me salva y me protege, pero sería pretencioso y posiblemente ingenuo. Lo que la
poesía me da es compañía. Y una cierta manera de relacionarme con lo que soy y con
lo que me rodea
FSM.- ¿Debe tener algún cometido,
alguna finalidad la escritura poética?
BS.- La poesía es de naturaleza
humilde. No se le pueden pedir muchas cosas, y menos que cambie el mundo o
nuestra vida. Los poemas se escriben para que caminemos entre ellos. El
lenguaje es un bosque.
FSM.- ¿Qué aspectos del poema
valoras para dar por finalizada la construcción de un poema o para incluirlo en
el conjunto de un poemario?
BS.- Todo poema tiene su propio
desarrollo y su propio tiempo. Nuestro cometido es el de estar, simplemente,
atentos. En un momento determinado, el poema de las palabras y el poema de las
ideas coincidirán plenamente y entonces sabremos que el poema se ha cumplido.
FSM.- Y un poemario completo
¿debe guardar alguna unidad temática? ¿o crees que no es necesario para
conformar un buen libro de poesía?
BS.- Cada
poeta tiene una visión diferente de este asunto. Yo concibo la creación poética
como una suerte de diario del
espíritu en el que se conjugan, necesariamente, el transcurrir del tiempo con
el de la propia existencia; o dicho de otra manera: la poesía como una forma de
registrar y poner en relación la vida de uno mismo con el mundo que le rodea
tal y como por el poeta consigue percibirlo a lo largo de las diferentes etapas
por las que va pasando. Para mí, por tanto, la unidad de medida en poesía no es
el verso, ni siquiera el poema, sino el libro, expresión sin duda incompleta, pero muy reveladora,
de una forma de decir y de vivir en el tiempo.
FSM.- Desde tu primer libro
publicado A este lado del alba hasta
ahora, crees que has tenido alguna evolución en la forma y en el contenido de
tus libros de poesía, o te mantienes fiel a tu trayectoria iniciada.
BS.- En mis 30 años de escritura poética no he
cambiado sustancialmente. Los poemas de A
este lado del alba, quizás hablen de las mismas cosas que los poemas de Cristalizaciones, mi último libro. Han
variado un poco las formas, ahora pretendo ser más claro, más transparente,
intento que, como dije antes, el poema
de las ideas que está dentro del poema de las palabras pueda ser escuchado.
Pero los temas son los mismos: las cosas de la vida que uno experimenta desde
su intimidad y que con palabras más o menos gastadas pretende uno desvelar para
sí y para los demás, palabras que al ir dirigidas a la sensibilidad y al
conocimiento, pueden de alguna forma ayudarnos a vivir.
FSM.- El poeta, ¿nace o se hace?
BS.-No lo sé. No sé en qué medida
participan el talento o la carga genética. Siempre he estado convencido de que
llegué a la poesía por azar. Pero también es posible que ese azar no hubiese tenido
trascendencia sin el condicionamiento de la necesidad. En cualquier caso, una
vez que se ha optado por la escritura, la única manera de hacerse es escribiendo,
y por supuesto leyendo.
FSM.- ¿Cómo y cuándo surgió en ti
el interés por escribir poesía?
BS.- Vocación, en el sentido de
llamamiento o inspiración divina, no la he tenido nunca. La lectura de algunos
poetas en un momento determinado de mi vida me indujo, a una edad relativamente
tardía (23 o 24 años), a intentar emularlos con la escritura de unos versos tan
voluntariosos como cándidos.
FSM.- ¿Qué poetas te han
influenciado más o cuáles han formado parte de tu memoria de agradecimientos
por sentir una gran admiración por ellos?
BS.- El pequeño escenario en el
que a principios de los ochenta, y con más voluntad que acierto, comenzarían a
surgir mis primeros poemas lo conformaban unos pocos libros de unos cuantos
poetas: Vicente Aleixandre, Neruda, Walt Whitman, Miguel Hernández, Hölderlin,
Rainer Maria Rilke y Claudio Rodríguez. Luego vendrían otros igualmente
importantes en la formación de mi sensibilidad poética: Francisco Brines,
Valente, Cernuda —y con él toda la corriente de poesía meditativa de la
tradición anglosajona—, Antonio Colinas, Octavio Paz o Antonio Machado.
FSM.- Basilio, ¿podrías
definirnos tu propio o personal concepto de lo que es para ti poesía?
BS.- Esta es una de las preguntas
que uno siempre intenta esquivar; más que nada porque uno escribe,
precisamente, para explicarse algunas cosas de su vida, entre las cuales se
encuentra la propia escritura. Muchos de los poemas que he escrito, incluidos
los de Cristalizaciones, intentan dar
respuesta a esta cuestión. Sin embargo, tengo la intuición de que la poesía es
un mensaje en la pared de una gruta, una nota a propósito para los que se
pierden en la noche, para los que no tienen un lugar como propio.
FSM.- Eres un poeta extremeño,
¿cómo está el panorama de la poesía extremeña en estos momentos?
BS.- Lo
veo con normalidad, como veo la actividad literaria de cualquier otra región.
Hay poetas, narradores, ensayistas... Cada generación se sucede insensiblemente
con la siguiente, sin carencias, sin desmoronamientos. Se publica mucho fuera y
dentro; se lee, también mucho, dentro y fuera. Los escritores se reúnen en
asociaciones, se organizan talleres literarios, se difunde la creación entre
los jóvenes a través de las Aulas.... Todo muy normal. Y en esta normalidad, en
una comunidad como la nuestra, secularmente acomplejada, radica sin duda lo
extraordinario.
FSM.- Para acabar nos gustaría
que nos dejases un poema y nos digas por qué lo has elegido. Muchas gracias.
BS.- El poema “Correspondencias”, perteneciente a Cristalizaciones, nos habla del difícil
equilibrio de la existencia, de la fragilidad del entramado de afectos en el
que nos movemos y de la humildad de la escritura, esa forma de atención
minuciosa y paciente a lo que nos rodea.
Mientras llega
la tarde con su peso
de cristal de
Murano
y el horizonte
traza a la altura del cielo de los ojos
la línea
imaginaria del origen del mundo,
te paras a
pensar que la existencia
mantiene entre
nosotros
y las cosas con
las que convivimos
una oculta
cohesión; que hace crecer
a nuestro
alrededor
un orden
silencioso de pequeños afectos
en el que todo
gira alrededor de todo:
un sistema
perfecto, pero desmoronable,
tan
insustituible como frágil.
Es por eso,
quizás, por lo que ahora,
mientras llega
la tarde, arrodillándote
como los
paleontólogos,
inclinas la
cabeza y te incorporas
de nuevo a tus
asuntos como si nada hubiese sucedido.
Resuelto a ser
paciente,
a no desdeñar
nada por insignificante.
Basilio
Sánchez
Abril
de 2013
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