Hace poco estuve en la ciudad de Alcalá de Henares y conocí a José Javier Martínez, que me hizo entrega de este librito de poesía premiado por la Universidad de Alcalá. Una publicación algo pobre para la calidad de los poemas que se pueden leer en su interior. Ni siquiera pusieron su nombre en la portada, y he tenido que ponerlo yo gracias al juego de la informática.
El libro consta de dos apartados en los que él mismo se reveló como ganador absoluto: una parte de narrativa y otra de poesía. Nosotros nos vamos a hacer eco aquí de su poesia, cuyo titulo general de los poemas es Nuevo jardín de las delicias. Bien pues es en este apartado de la lírica donde José Javier Martínez demuestra una gran habilidad y maestría, pero sobre todo una manera de escribir los poemas muy personal y distinta a lo que he visto escrito por ahí. Sus poemas están llenos de fuerza creativa y de fuerza interior, apelan a la libertad y a la auténtica libertad salvaje de quien ve la vida desde la visión más diáfana y sabe que no hace falta parapetos para vivir inmersos en lo que uno quiere. Hay también un aspecto apasionado en algunos versos, típico de un poeta joven que quiere conquistar el mundo con las armas propias de su propio linaje, el linaje del conocimiento. Como fondo de los poemas subyace el amor, un tema que trata desde un punto de vista en el que quiere desentrañar el entramado de las relaciones amorosas y de deseo. No falta en sus poemas la ironía subliminal
de quien dice las cosas sabiendo que hay otra interpretación y que además lleva esa otra interpretación encerrada una sabiduría puesto que corresponde a la resolución de los poemas. Por supuesto hay otros poemas en esta publicación como el viaje interior, la inmortalidad, el deseo de vivir, el paso del tiempo. Temas que para un poeta de poco más de veinte años lo acercan a un poeta con mucho futuro y con gran madurez que sabe escribir bien y que quien lo lee lo disfruta.
Tríptico cerrado
Confesión
Yo señora, nací en el mes
donde se extinguen
las buenas intenciones y
se deshacen las cadenas
del pensamiento impuesto.
Vivo en la acción de las
embestidas, sin reconocer
silbidos, ni muros que me cerquen.
Incendio las descripciones
que me atan a ti
para que no te sientas segura.
Agotaré todas tus fuerzas
hasta que te acerques,
con la humildad de un caballo vencido.
Puede que te sorprendas
verme
leyendo.
Viaje solitario
Atrapo la semilla de los kilómetros
como fruto que no se conoce.
Viajo olvidado y olvidando rostros,
sin saludos de un idioma que no conozco.
Duele acordarse de que hay un regreso
después de esta calma
de paseante por un mundo
sin periódicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario