Aprendiz, es el nuevo poemario del poeta Antonio Luis Ginés publicado por la editorial La isla de Siltolá. Como en cada una de sus entregas Antonio Luis hace un ejercicio de singularidad y nos regala un poemario arriesgado, diferente, personalísimo, decantado hacia la homogeneización temática que avanza y profundiza en una historia o idea central para contarnos la poetización de una pérdida; la del padre, en comparación metafórica con un regalo, un hallazgo, una nueva vida; la de su hija. Padre e hija son el eje central del libro en donde hay versos que nos muestran claramente ese pasar del tiempo que hace al poeta madurar y aprender, ser el aprendiz de la vida y de sus emociones. Y todo gracias a un ejercicio de interiorización, de búsqueda. Uno tiene la sensación de sentir al poeta sumergido en un monólogo interior, el monólogo interior del recuerdo y la reafirmación de sí mismo. El libro está lleno de huellas, evocaciones e imágenes que pueden conmover al lector y hacerle sentir el dolor y la tristeza, una tristeza que nos lleva hasta la pesadumbre de vivir el recuerdo tan cerca, tan a flor de piel. El principio del libro ya se abre con una cita de Roberto Juarroz que dice: "Pero toda pérdida es el pretexto de un hallazgo". Cita que nos adentra, nos introduce, nos abre las puertas del originalísimo texto poético para anticiparnos lo que luego vamos a encontrar: el pasado representado por el padre, y el futuro representado por la hija. Pérdida y hallazgo. Fin de una etapa y comienzo de otra, que incluso casualmente llega tambíén con la mudanza, un cambio de domicilio.
Antonio Luis Ginés alcanza con este nuevo poemario una dimensión mayor como poeta que sabe vivir y contar la poesía a través de una visión muy personal de sensaciones nuevas y fuera de los tópicos a los que nos encontramos en el mundo literario poético. La poesía de Antonio Luis Ginés goza aquí de un estilo que no hace sino engrandecer al poeta que ha sabido encontrar una manera muy particular de expresar su poética.
Les dejamos con un par de poemas
PAPEL
Las paredes cubiertas de papel de colores.
Metros y metros, el olor a cola,
las tiras completamente preparadas,
las manos de mi padre y mi madre
ajustando cada trozo sobre la pared,
evitando la más mínima arruga.
El sonido de sus dedos sobre la suave
superficie, el telón
de fondo de mis noches; después,
la espera y el papel seco, el olor huyendo
por la ventana, por debajo de la puerta.
Las flores naranja,
las manos que quizás se rozaron.
Todo sucedía ya, el nudo
se fue soltando en silencio,
y las manos se separaron para siempre.
Luego el papel envejeció,
se levantó de la pared.
Vuelve aquel sonido, ahora
cuando decoro la habitación de mi hija
con papel de colores,
y la piel, no tan suave,
devuelve el sonido de los años.
¿ACASO NOSOTROS?
Tras los dibujos de mi hija, de trazo
incierto, escribo este poema.
Observo sus garabatos.
Tratan de definir una casa, una puerta,
unas ventanas, y un par de figuras
jugando afuera.
recorro cada línea, cada silueta
inacabada. ¿Quiénes son?
Apenas reconozco esas formas.
Lo que mi hija quiere dibujar
está ahí. Quisiera hacerlo mejor,
dejarlo todo más claro
pero la casa, las figuras,
tienen su propia versión de las cosas.
No parecen contar con nuestro asombro
para cambiar de vida.
Enhorabuena por la excelente reseña, Fernando. tengo el libro entre las manos y son muchas las conexiones que encuentro entre mi visión de los poemas de Antonio Luis Ginés y lo expuesto en tu crítica.
ResponderEliminarUn abrazo.