El Ateneo de Córdoba ha publicado un libro y ha rendido un merecido homenaje al poeta Francisco Carrasco en la ya consolidada singladura de esta institución por dejar constancia de los valores poéticos que van dejando, con la estela de su obra, los poetas mayores de esta ciudad. Francisco Carrasco fue uno de los socios fundadores del Ateneo de Córdoba. Recibió la Fiambrera de plata y es miembro correspondiente de la Real Academia de Córdoba. El libro, que está hecho con los poemas de sesenta poetas, va precedido de un acertado y exhaustivo prólogo de Manuel Gahete. Francisco Carrasco perteneció al grupo poético Zubia y al que también pertenecieron otros tantos poetas de la ciudad como -por citar algunos de ellos- Manuel de César, Mercedes Castro, Lola Salinas, Román Jurado, Carlos Rivera y Juana Castro. El poeta Gahete en unas palabras del prólogo dice: "Francisco Carrasco es un poeta hondo, austero, de talla indiscutible y nítida palabra, de trascendido y trascendente acento. La emoción trasparece como un fulgor diáfano, y el lector auténtico habrá de sentirse turbado por esta extraña conmoción de serenidad y júbilo, de angustia y esperanza. Su entrega al hombre, a la naturaleza, a la vida, nos lega páginas plenas de verdad y versos humanos de incuestionable belleza."
Le dejamos con algunos de los poemas de homenaje a este entrañable poeta y agradecemos al Ateneo de Córdoba, a su presidente, Antonio Varo Baena, que siga apostando por la continuación de esta iniciativa de reconocimientos que no hace sino engrandecer a los poetas, a la poesía, y a la ciudad de Córdoba.
GANDULEAR LA LUZ
A Paco Carrasco
Cuando nos paseábamos
por la luz de los parques
nombrábamos los árboles.
Tú nos hacías reír
y al par nos asombrabas
con tu palabra tierna.
No nos hicieron falta
primaveras entonces.
Y cuando te recuerdo
pienso en un verso tuyo
y veo en los almendros
gandulear la luz.
Lola Salinas
DE CUANDO TUVE
Me crecían por las manos
los trigales de junio
Francisco Carrasco
Salir de nuevo al campo
y alfombrarse los ojos
-tanta estrella caída por el verde
oscuro casi negro de las jaras.
En la tarde de mayo
estallaba esa luz antigua del otoño.
¿Estarás en el patio?
¿O verás la ventana
abrirse frente al quicio
de tanta lejanía?
Por arroyo Pedroches
navegan tus pisadas.
Todavía una madre
se alza en la retina
de la mesa de entonces
y renuevas, hombre bueno, la fe
por los humanos.
Había un viaje largo, muchas curvas.
Detrás del horizonte, casa blancas
y manos como pueblos
apretando los versos
que decían encinas, quejigares
en flor de los domingos.
Cantábamos, cantábamos.
El tiempo como un árbol
ungido de campanas.
El día, una granada
de sol entre las cercas.
O mejor, un limón
amarillo de luz como esta tarde.
Juana Castro
LA FLOR DE LA POESÍA
A Paco Carrasco
Vino tu arroyo claro
de empapar las raíces
de su secreto huerto
y se abrazó a la viva
correntía de Zubia,
(aguas más bien urbanas),
con el aroma a mentas
arancando a los campos.
Vino con su emoción
tu verso a conmovernos,
desde la sencillez
y el íntimo diálogo
de la luz y los ojos,
y Zubia se incendiaba
como una aurora nueva
iluminando a Córdoba.
Vino con su liturgia
tu corazón piadoso,
con el tiempo en las manos
lo mismo que una ofrenda,
y sobre el ara ungida
de Zubia consagraste
-sangre y carne divinas-
la flor de la poesía.
Manuel de César
COMPÁS
Pongo sobre mi lengua
el filo del cuchillo,
la luz de la tormenta
vigilia de mis ojos,
el tierno lomo en huellas
del feroz ocelote
enguantará mi tacto,
el velo tembloroso
del torrente sin laudo
velará en mis oídos.
Más, ay, quién por la púrpura
mariposa del corazón.
Mercedes Castro